Es obvio el desear felicidad al inicio de un nuevo año, así lo deseo para este 2022 para toda la humanidad, para México y para cada uno de ustedes, amables lectores y amigos.
Voy más allá, en el caso de México, más que un deseo es un vaticinio, casi una promesa, de que así será, aún con los últimos coletazos de la pandemia.
Independientemente de los datos mayoritariamente favorables, mi fuente de información favorita es el pulso del sentir popular y este me arroja señales de entusiasmo y confianza.
Hay una especie de nueva alegría de vivir, sea porque se brincó la tranca del Covid o simplemente porque se responde a una convocatoria convincente para encontrar la felicidad en las cosas simples: el amor, la belleza, la música, la convivencia y tantas otras manifestaciones de nuestra idiosincrasia.
Hasta en lo figurativo, resulta que los dígitos 2022 pueden verse como un conjunto de tres patos que avanzan hacia la izquierda en busca de la utopía, la felicidad universal plena.
Tras del pato que encabeza la marcha hay un huevo que, dentro de 200 años será otro pato, y que por ahora representa lo que le cuesta al líder para avanzar, aliviado por el empuje de los dos patos de la zaga.
Sin duda, mi figuración es una simpleza y, tal vez, por ello me causa gracia y un cierto grado de felicidad.
Posiblemente sea fortuito el que en tiempos recientes me he venido encontrando con personas muy positivas en su actitud ante la vida, afables en su trato, frescos y jóvenes ante la idea de transformar la realidad.
Mujeres y hombres que desprecian la fuerza del odio y alientan la más poderosa del amor.
Constato que entre quienes registran menos ingresos los programas sociales del gobierno, en muchos casos aunados a envíos de sus parientes migrantes, y que esto genera el alcance de nuevos grados de bienestar y de consumo de satisfactores básicos.
El dinero así inyectado se mueve en el comercio y amplía su efecto benefactor ascendente, a contraflujo de una imaginaria lluvia de riqueza generada o “fomentada” en la cúpula de la escala social.
Ya van tres años con significativos aumentos en los salarios mínimos, en las remesas y en los apoyos gubernamentales; la gente se percibe contenta y lo manifiesta.
El combate a la corrupción y la austeridad en el gasto corriente del gobierno han permitido la disponibilidad de los recursos que se inyectan a la economía, tanto a la popular como a la infraestructural sin precedentes.
Pero tienen otro efecto importante en el ingrediente sicológico de la economía: el inversionista emprendedor se retrae ante la corrupción.
Hay rechazo a entrar a una actividad en que no exista un piso parejo porque la corrupción lo arrugue; que el competidor no pague impuestos o que logre menores tarifas en los servicios públicos como la electricidad o goce de concesiones malhabidas e injustas.
Si se elimina la corrupción se crea un ambiente favorable al verdadero empresario, suficiente para por lo menos equilibrar los desfavorables efectos de campañas politiqueras de descrédito a la actuación gubernamental.
Tengo alguna experiencia en la materia por haber sido director de importantes organismos empresariales (CANACINTRA y ANIQ) que me permite augurar un rápido y generoso crecimiento económico.
Mi mejor deseo para el bien de todos es que los patos de mi figuración digital, sean en realidad poderosos gansos y que no rompan el huevo que se les interpone.
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M21
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Viva AMLO y su Salud sea por siempre. DIOS LO BENDIGA