Para nadie fue sorpresa que el candidato progresista y exalcalde de Bogotá Gustavo Petro, líder de Pacto Histórico, quedará en el primer lugar en la elección presidencial en Colombia, con casi 8,5 millones de votos, el 40.32 del total, ya que todos los sondeos de opinión venían pronosticando su victoria.
Pero para la segunda vuelta del 12 de junio, deberá enfrentar a la alianza del establishment, Todos contra Petro.
Lo que pudo sorprender es que el uribismo oficialista, que postuló a Federico Gutiérrez, (tercero con 23.91 por ciento) haya sido superado por la ultraderecha que representa Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, quien con su 28.15 por ciento de los sufragios disputará con Petro una segunda vuelta.
Y comienza a conformarse una gran alianza de ‘Toconpe’, todos contra Petro, alrededor de Hernández, que no cuenta con fuerza política propia en el Parlamento y solo logró la elección de un representante a la Cámara.
Poco antes de las elecciones la candidata Ingrid Betancourt de Verde Oxígeno había hecho lo propio reconociendo la no aceptación popular de su candidatura.
El exalcalde de Medellín Fico Gutierrez contaba con el apoyo de todas las maquinarias políticas. Su derrota es un duro golpe a los partidos tradicionales y al establecimiento que históricamente ha gobernado Colombia.
El exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo superó por muy poco los votos que obtuvo en la consulta de la coalición Centro Esperanza que en un momento prometía ser la opción del centro entre la centroizquierda con Petro y la derecha con Gutiérrez.
Estas elecciones pudieran interpretarse como la gran derrota del uribismo, con al menos un 70 por ciento de los votos en contra, obligando a Iván Duque, con apenas 20 por ciento de aceptación, a irse por la puerta del fondo.
El repudio a Duque engrosó los votos de Hernández, con su discurso anticorrupción y difusas promesas de ayudas directas a sectores postergados.
Su caballito de batalla fue la consigna de quitarle la chequera a los políticos corruptos. Y quizá entregársela a él, que por cierto dejó la alcaldía de Bucaramanga por una investigación, precisamente de corrupción (su hijo cobró una comisión de un millón y medio de dólares por el contrato de recolección de residuos).
Para la segunda vuelta tendrá el apoyo de los cinco millones de votos del uribista Fico Gutiérrez y los partidos Liberal, Conservador, Centro Democrático, La U, Mira y Cambio Radical que lo apoyaron azuzados por el fantasma de Petro presidente.
Si ese endoso de votos funciona, Hernández sería el próximo presidente de Colombia, y el establishment oligárquico colombiano habrá resuelto la amenaza de una histórica victoria del progresismo, echando mano al plan C, luego del fracaso de Gutierrez, y la suspensión lisa y llana de las elecciones, con lo que coqueteaban sectores del oficialismo en el gobierno.
El plan C es Hernández, inflado por los medios hegemónicos durante las últimas semanas, un candidato outsider, pero ni tanto, un supuesto candidato antisistema al mejor estilo Trump, o Jair Bolsonaro, para garantizar los intereses de los dueños del sistema.
El ingeniero, como le gusta que le digan, se caracteriza por su incapacidad para contener arranques de violencia verbal y física, por sus comentarios inequívocamente misóginos y por su manifiesta admiración a Adolf Hitler.
Previo a esta campaña, Rodolfo Hernández , un ingeniero civil de 76 años con una fortuna que sobrepasa los 100 millones de dólares, era conocido por la opinión pública como un político con un humor bien particular, que tildaba a algunos de sus contrincantes electorales de“prostitutas” y que se dio a conocer por el bofetón que le dio a un concejal mientras se desempeñaba como alcalde de Bucaramanga.
Hernández, «el Trump colombiano», llegó a instalarse en la segunda vuelta para competir con Gustavo Petro basado en un discurso anticorrupción a través de redes sociales como TikTok.
Se presenta como un «outsider» de la política , pero tiene unas 30 investigaciones abiertas por agresiones contra funcionarios públicos, y fue acusado por la Fiscalía en mayo de 2021del delito de interés indebido en la celebración de contratos en la implementación de nuevas tecnologías de residuos sólidos.
Hace casi un año se viralizó el audio de una entrevista que había dado a Noticias RCN en 2016 en la que decía: «Yo soy seguidor de un gran pensador alemán que se llama Adolfo Hitler».
Sus pocas propuestas de campaña se limitan a donar el sueldo de presidente, cerrar embajadas, eliminar la consejería presidencial sobre igualdad de la mujer y sacarle los vehículos oficiales a los congresistas.
Si se asumiera la posibilidad de un traslado total de los sufragios de Gutiérrez a Hernández y se extrapolaran los resultados de la primera a la segunda vuelta electoral pautada para el 21 de junio, habría que concluir que la nueva alianza oligárquica obtendría más de 50 por ciento de la votación y mantndría el control del Palacio de Nariño.
Petro aún puede movilizar a una parte de los ciudadanos que no acudieron a las urnas, y que son poco más de 45 por ciento de los inscritos. Sin duda, no será una tarea fácil.
No hay que olvidar que Colombia es un aliado estratégico de Estados Unidos desde hace décadas. Ocho bases militares, Paz Colombia, Plan Colombia, y contratistas en seguridad son muestras de ese lazo estrecho, amenazado por la llegada de un gobierno progresista, que bien podría significar un hito en la política de ese país y de Sudamérica.
Cuatro años atrás, Iván Duque, respaldado por Donald Trump, retomó la lógica del Plan Colombia: asistencia económica y entrenamiento en seguridad para la ofensiva militar contra el narcotráfico y la insurgencia.
En esa línea se mueven los candidatos de la derecha como Federico Fico Gutiérrez, aupado por el uribismo y Rodolfo Hernández, preparado como rueda de auxilio por el establishment.
Todo parece concatenado: Joseph Biden ratificó una semana atrás a Colombia como aliado principal extra OTAN, poco después de suavizar sanciones a Venezuela, quizá para limitar los cambios de la relación o, de adaptarse a las nuevas circunstancias.
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*Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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