
La ruta para que la oposición gane la Presidencia… y el oficialista que ya les ganó la carrera sin que se dieran cuenta
diciembre 23, 2025Triques
Por: José García Sánchez
Cuando cumplir la ley se vuelve “exceso”
Algunos consejeros electorales e incluso ministros del Tribunal Electoral llamaron sobrerrepresentación a una distribución de curules realizada en estricto apego a la ley.
Lo que estaba en juego era la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y en el Senado. A Morena le faltaba solo una curul para alcanzarla. Ahí radicaba la supuesta desproporción, que no lo era, y la ilegalidad, que simplemente no existía.
Ante ello, el Frente Cívico Nacional convocó a una protesta el 11 de agosto de 2024 para intentar descarrilar la representación de Morena y sus aliados.
La verdadera sobrerrepresentación
Sin embargo, la sobrerrepresentación está en otro lado. Existe un espacio con una influencia equivalente a la del Congreso cuando se trata de moldear la voluntad popular: los medios de comunicación.
Ahí se induce el sentido del voto y se construyen percepciones políticas.
Por ejemplo, un partido que cuenta con solo 16 senadores ocupa espacios destacados en medios nacionales afirmando: “El gobierno de Morena está en serios aprietos financieros”.
La declaración proviene del líder de los senadores del PRI, Manuel Añorve Baños, partido que apenas representa al 26% del electorado presidencial, cifra compartida con el PAN y su candidatura común.
El contraste informativo
En contraste, las declaraciones de la Presidenta de México —respaldada por 35 millones 924 mil 519 votos— rara vez ocupan espacios privilegiados en los medios.
Lo más grave es que los medios regalan o alquilan espacios a opositores plurinominales que no representan a nadie en términos reales. De hecho, toda figura plurinominal es, por definición, un factor de sobrerrepresentación.
El caso del PAN y otros excesos
Otro ejemplo es el relanzamiento del PAN, partido con una grave crisis de militancia, apenas 19 senadores y solo cuatro estados gobernados, que aun así ocupó los principales espacios de los medios convencionales.
La sobrerrepresentación mediática fue evidente.
En el colmo de las circunstancias, un partido prácticamente extinto logró mayor visibilidad que el partido en el poder con una nota irrelevante: “Se crea el Bloque Nacional de Partidos Locales del PRD”.
No importa el contenido, sino el blanco
En esta lógica mediática, no importa quién habla ni qué dice, sino contra quién declara.
Si el objetivo es la Cuarta Transformación, el mensaje merece todos los reflectores.
Así, los medios se convierten en una presión permanente para obtener contratos de publicidad gubernamental en cualquiera de los tres niveles de gobierno.
Silencio cómplice
Frente a esta sobrerrepresentación mediática —tan influyente como la parlamentaria— nadie protesta. Los defensores del “equilibrio democrático”, exconsejeros del INE y comentócratas de derecha callan, como si no advirtieran el daño provocado por la desinformación, que domina buena parte de los espacios destacados.
Representación y democracia
En una democracia, la representación popular es sagrada y debería reflejarse en todas las expresiones públicas con una proporción similar.
La sobrerrepresentación mediática de una oposición sin ideas ocupa espacios —en calidad y cantidad— que no le corresponden. Señalarlo, para los conservadores de piel delgada, equivale a un atentado contra la libertad de expresión.
El desequilibrio informativo
La democracia exige equilibrio entre fuerza legislativa y presencia mediática.
Después de años de confusión informativa, resulta urgente que la difusión del debate político refleje la representación real que cada fuerza obtuvo en las urnas.
Hoy, la derrota electoral parece haberse convertido en una victoria mediática, en un país donde el libertinaje de la desinformación no conoce límites.


