¿Cambiar el nombre al Golfo de México? Por qué no, sugiere Trump. ¿Si “Golfo de América” suena más lindo?, dice
En una muestra más de su conocida sutileza diplomática, Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, anunció la mañana de este martes su intención de cambiarle el nombre al Golfo de México. Sí, leyó bien. En cuanto asuma la presidencia dentro de dos semanas, el icónico cuerpo de agua pasaría a llamarse ‘Golfo de América’, porque, según sus propias palabras, “tiene un lindo sonido. Es lo apropiado”.
Vaya, ahora el próximo presidente de Estados Unidos hace gala de su cartografía del ego con la intención de renombrar al Golfo de México.
Trump, famoso por su talento para resolver asuntos globales con declaraciones simplistas, lanzó esta perla durante una conferencia de prensa, mientras aprovechaba para criticar a México una vez más: “México tiene que parar de dejar entrar a millones de personas a nuestro país”, señaló, demostrando una vez más su maestría en el arte de la diplomacia y la geografía.
El Golfo de México, conocido con ese nombre desde tiempos inmemoriales y pieza clave de la historia y la geografía de América Latina, parece no haber pasado el filtro de estética trumpiana. Quizá porque, ya sabe, la historia y los acuerdos internacionales son meros detalles menores cuando se trata de ‘hacer a América grande otra vez’.
Sin embargo, renombrar el Golfo de México podría ser solo el inicio de una ola de creatividad presidencial. ¿El Mar Caribe pasará a ser ‘El Lago Trump’? ¿El Océano Pacífico, tal vez, ‘El Gran Charco Estadounidense’? Solo el tiempo dirá hasta dónde llega la nueva cartografía del ego.
Mientras tanto, México, ese país que resulta tan conveniente para discursos populistas, continúa esperando políticas serias y no ocurrencias dignas de un programa de comedia nocturna. Porque, como bien sabemos, los verdaderos desafíos internacionales no se resuelven con cambios de nombre, sino con respeto y cooperación. Pero, claro, eso sería pedir demasiado a Trump.