Por años cuestionábamos que el gobierno no nos tomaba en cuenta para sus decisiones, ahora que el voto es una oferta generalizada
Por años los mexicanos cuestionábamos a los gobiernos que no nos tomaban en cuenta para sus decisiones, ahora que el voto es una oferta generalizada, logro de algunos, porque la reforma al Poder Judicial fue una lucha de unos cuantos, que fue acompañada de la indiferencia de muchos, quienes todavía dudan si debe votarse.
Por si fuera poco, la queja ahora es la complejidad al momento de emitir su voto, cuando dicha dificultad puede superarse consultando.
Si buscan por internet otros detalles baladíes en la vida cotidiana, la renovación y depuración de los integrantes de la impartición de justicia, en su primer paso hacia la honestidad, bien vale la pena buscarla en internet.
Criticar sin participar, existiendo la convocatoria para transformar produce el grave peligro de repetir juicios ajenos sobre la realidad. Ya los medios convencionales manipularon la opinión de la población durante muchos años, como para que ahora la oportunidad sea despreciada, y deje a otros el destino que nos es propio.
El INE garantiza unas #Elecciones2025MX confiables y transparentes. pic.twitter.com/zL6YxmSV4a
— Certeza INE (@CertezaINE) May 29, 2025
La complejidad del voto, de la decisión frente a la boleta no es motivo suficiente para no participar. Las dificultades son un reto diario en la vida cotidiana del ser humanos, no puede ser pretexto para permitir que otros decidan por nosotros.
Al pasar del teléfono fijo al celular nadie lo rechazó o dejó de usar lo nuevo por ser complicado. La adaptación es el símbolo de la evolución de la especie. Dicho cambio fue entendido con rapidez, un avance de la tecnología que impulsa a practicar diariamente.
Votar es participar, porque al participar se exige que esa decisión tenga valor. Todavía no se conoce una lucha de abstencionistas, o alguien que defienda el voto si haber votado.
La convocatoria está abierta, le decisión de votar también es una elección, en un país donde la conciencia de los ciudadanos crece cada día, debería ser la costumbre en una democracia de vanguardia, que es una responsabilidad de todos los mexicanos actualmente.
Superar los obstáculos que la oposición coloca al gobierno para concretar la elección para jueces, ministros y magistrados, implica que, posteriormente, podrá reformar todo lo que quiera acompañados de la gente. Sobre todo, empezar a abocarse a otras dos reformas urgentes: la fiscal y la electoral.
La sesión extraordinaria del Congreso contiene verdaderas bombas contra el conservadurismo, ya se asoman como principales reformas la electoral y la fiscal, donde una vez menguada la oposición luego de los resultados de las elecciones en todo el país de la renovación de la podredumbre del Poder Judicial y de la desaparición de la oposición en Veracruz, pocos argumentos tendrá la derecha para debatir con calma y serenidad algo para lo que debe estar muy bien preparada. Esa falta de cultura política obliga a la oposición a emitir denuestos y descalificaciones en el Congreso en lugar de ideas y propuestas.
La oposición se ha mostrado, desde hace más de 7 años como gran perdedora de los debates desde los parlamentarios hasta los de los medios.
El desgaste de la oposición la quedó estancada, disminuida, incluso diluida, porque ya no hay más mexicanos que volteen a verlos, menos aún con intenciones de fortalecer sus filas. Al contrario, la salida, renuncia y abandono de militantes del PRI y el PAN es cosa de todos los días.
La convocatoria a la participación se centra en los mexicanos que reconocen la trascendencia de la participación, porque la oposición se dedicó a atentar contra la democracia convocando al abstencionismo.
Mientras mayor sea el número de decisiones que acompañe el pueblo, más sólida será la democracia y tendrá más fuerza cada ciudadano. Es, sobre todo, vigilante del respeto a sus derechos, y esta posición de defensa la adquiere por la politización que hace evidente con la participación. Porque participar es ya una convocatoria hacia el gobierno exigiendo no sólo presencia en las decisiones sino respeto a su voluntad.