Hoy me siento profundamente orgullosa de ver a nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, presidiendo el Consejo de Seguridad de la ONU.
Me llena de orgullo la visión que comparte con todo el planeta, un político con pleno compromiso hacia el desarrollo ecológico.
Para que exista desarrollo debe existir ciencia y gente que la ponga en práctica. Este bucle entre teoría y práctica es lo que nos permite tener cada vez mejores condiciones de vida.
En las décadas pasadas, con el auge del neoliberalismo, se pensaba que el mercado se auto-regulaba, porque las empresas competirían entre sí, y esto haría que los precios bajarán, todos podríamos acceder a bienes y servicios de calidad, a precios accesibles. Décadas después nos encontramos que no fue así.
El proceso de globalización económica bajo el modelo neoliberal propiciado por las grandes y poderosas empresas transnacionales del sector privado aceleró las desigualdades económicas y sociales.
El costo del ajuste hacia una mayor apertura económica, lo están pagando principalmente los pobres.
La quinta parte de la población mundial con mayores ingresos consume el 86% de todos los bienes y servicios.
mientras que la quinta parte más pobre consume sólo un poco más del 1%.
La ingenuidad con la que los gobiernos promovieron la autorregulación del mercado fue en el entendido de que las empresas no se comunican y no hacen alianzas.
Sin embargo, lo que vimos en las últimas décadas fueron estrategias de juego cooperativo, en las cuales las empresas se ponían de acuerdo para mover los precios al alza de forma coordinada, de tal forma que el usuario final no tuviera opción de elegir.
Estas estrategias funcionaron tan bien, que los movimientos corporativos fueron cada vez más osados. Hasta llegar al punto de usar a la corrupción como una herramienta para alcanzar las metas corporativas.
Hoy incluso surge el concepto de Lord del dinero, para este tipo de empresario corporativo que usa la corrupción como herramienta de trabajo.
Bajo este afán de hacer a los gobiernos más ligeros y dejar que las corporaciones estuvieran cada vez menos reguladas, citando a Noam Chomsky:
“Los estados nacionales son cada vez más débiles en lo económico y consecuentemente menos influyentes con relación a las grandes empresas transnacionales”.
Esta falta de ética corporativa, y su fuerte influencia en los gobiernos de diversos países, propiciaron los grandes males que aquejan a nuestro planeta.
Falta de oportunidades, pobreza extrema, migración, ecocidio. Ni siquiera en los países de primer mundo están plenamente garantizados los derechos humanos para el 100% de su población.
Bajo este mundo tan desequilibrado, muchos pensadores sistémicos buscan soluciones para encontrar el equilibrio. Lo que se busca es una visión ecocéntrica o centrada en los ecosistemas, que contrasta con la visión homocéntrica, centrada solo en las necesidades humanas.
En vez de considerar que los recursos del planeta se deben utilizar para el bienestar humano, sin importar el costo para la vida, ni el desequilibrio ambiental, se propone que el diseño de sistemas sociales debe partir de la sustentabilidad de los sistemas naturales, de los ecosistemas.
En este punto quisiera destacar la grandeza de miras de nuestro presidente, pues bajo estos preceptos encuentra una solución.
En primer lugar, combatir la corrupción, porque no puede haber autorregulación, sin reglas que todos respeten, es decir con piso parejo.
Por eso en su llamado desde la ONU, pide que se combata de manera frontal la corrupción en todo el mundo, pues es el principio de todas las desigualdades sociales que vivimos.
Nuestro presidente es un firme creyente del pensamiento de la Ecología Social, que busca el logro simultáneo de metas sociales y ambientales.
Esta forma de pensamiento tiene entre sus principales planteamientos los de:
Como se puede observar sus planteamientos son una combinación de la visión ambiental y un socialismo contemporáneo.
Por ello, nuestro Presidente hoy propuso utilizar los exitosos programas como Sembrando Vida, como herramienta ecosistémica, para frenar la migración y reconstruir el tejido social, permitiendo que las personas se puedan quedar en su lugar de origen. E incluir a nivel mundial los programas de apoyo a jóvenes que están aprendiendo un oficio, y ayuda social a las personas de la tercera edad.
Nuestro Presidente sabe que la ecología y la política no están peleadas. Pues como propone Bookchin la eco-política es una ciencia integrativa y reconstructiva, en la que se hace énfasis en la diversidad.
Es una visión libertaria, en la cual aparecen los términos de equilibrio comunitario, democracia desde la base, tecnológica humanista, autonomía de las comunidades y su descentralización.
Su visión es sumamente crítica de las formas autoritarias de poder. Y lo podemos ver en la forma en que la cuarta transformación está operando en nuestro país.
La operación a nivel mundial de los programas de Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro, y 65 y más, permitirán entre otras cosas:
Creación de economías autogestivas descentralizadas y autosuficientes articuladas entre sí de forma horizontal, respetando la diversidad natural y cultural de sus habitantes.
Ocupación selectiva del suelo, tomando en cuenta la dimensión ambiental y cultural del desarrollo.
Articulación armónica de comunidades locales, nacionales, regionales y mundiales.
Por ello, es de suma importancia respaldar el llamado del presidente a la creación del Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar, ya que con un billón de dólares anuales es posible operar estos programas a nivel mundial.
Todos aquellos beneficiados del neoliberalismo están llamados a reparar el daño.
La filantropía no solo sirve para evadir impuestos, también sirve como un acto de verdadera responsabilidad social.
Nuestro presidente va mucho más allá, hablando de programas sociales. Por ejemplo, en Oaxaca y varias partes del país, nuestro gobierno aplica los preceptos del Bioregionalismo.
En otros lugares promueve el desarrollo tecnológico alternativo, en fin, es una caja de herramientas y soluciones ecosistémicas.
Ver trabajar a nuestro presidente me llena de orgullo, pues es ver a un eco-político poner en práctica la teoría.
Así que ya imaginarán mi alegría al oírlo proponer sus medidas ecosistémicas a nivel mundial, estas soluciones, son como diría mi querido profesor Enrique Peón, soluciones G-locales. Es decir, que funcionan a nivel global y a nivel local. En el zapatismo le llaman el corazón grande y el corazón pequeño.
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M21