Por: Ian Soriano @ianpoetico
Morena es un adolescente esperanzado. Una joven irreverente. Pero ¡cuidado!, porque a esa joven la quieren manosear; a ese adolescente desean arruinarlo.
En este proceso electoral, más que nunca, los lobos, zopilotes y pirañas están al acecho. Ya incluso —tierra adentro— han agusanado la muscular estructura del joven animal político que es Morena.
Algunos lobos de mar, ciertas lombrices han querido (y van queriendo) acaparar, torcer el proceso hacia el nepotismo, amiguismo, el dedazo -más que mal visto, mal apuntado-.
Realmente no se viene la noche, pero tampoco el día soleado. La tarde nublada que fue Morena vino de dentro, de la tribu, el grupo interno, la corriente. Ahí seguimos. ¡Cuidado!
Hoy, ni a pudrición llega la oposición. De lo que cojea nuestro moreno cuerpo adolescente es de la entraña.
El veneno son los “paleros”, borregos, ocurrentes, traidores, oportunistas y hasta farsantes con maquillaje de Joker o con máscaras de “Chucho el Roto” o de Robin Hood (como el lamentable y fugaz interino de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, a quien se le ocurrió proponer un gravamen para los millonarios de nuestro país). Esos no son Morena.
¡Cuidado!
Porque este 2021 la mayoría quiere ser amigo de la joven irreverente, del adolescente esperanzado; quieren una selfie y hasta lucir su nombre en la boleta; muchas y muchos quieren que sus rostros sean pintados en las bardas, que sus caras cuelguen de pendones en las fachadas de sus vecinos, en su colonia, su barrio o pueblo.
La política también es paradoja. También es una pasión sana, enfermiza o delirante. La ilusión y el absurdo: 3 mil 563 militantes y simpatizantes de Morena inscritos a una precandidatura.
La política también muta, de fórmula electoral a enunciado matemático: El repudio de los mexicanos a la política es inversamente proporcional a los mexicanos que se inscriben para ser políticos.
Se viene, no la noche, sino el día electoral. Para ello, como en la buena literatura, hay que pulir, quitar, quitar… salvar el proyecto.