La libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; estas palabras resonantes pertenecen a José Martí, el insigne escritor, ideólogo y revolucionario cubano que dejó un legado imborrable en la historia latinoamericana.
Nació el 28 de enero de 1853 en La Habana, Cuba. Fue más que un héroe nacional, un hombre de principios elevados, vocación latinoamericana e internacionalista, y una figura que trascendió las fronteras temporales para convertirse en el más grande pensador político hispanoamericano del siglo XIX.
El capítulo mexicano en la vida de José Martí se teje con emoción y conexión fraternal. El 8 de febrero de 1875, Martí llegó a Veracruz a bordo del transatlántico City of Mérida, procedente de Nueva York. Desde la cubierta, contempló las candilejas del puerto jarocho, observando con emoción la silueta de la ciudad, la aduana y el antiguo convento de San Francisco bajo las sombras de la noche.
Tras un viaje en tren a través de la majestuosa cordillera de la Sierra Madre Oriental, donde se maravilló ante las cumbres nevadas del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, Martí finalmente llegó a la Ciudad de México. Allí, entre el bullicio de la estación central, encontró a su padre, don Mariano Martí, un emotivo reencuentro que se selló con un fraternal abrazo. Este episodio marcó el inicio de una relación profunda con México, un país que acogió a Martí en un momento crucial de su vida.
José Martí no solo fue un revolucionario, sino también un intelectual de vasta cultura. Su obra, que abarca poemas, epístolas, artículos periodísticos y discursos, es una fuente imprescindible de conocimientos para todas las generaciones de cubanos. Su estilo único, la belleza singular de sus escritos y su contenido revelador lo sitúan como una figura central en la historia política y cultural de Hispanoamérica.
Martí, héroe nacional de Cuba, luchó incansablemente por la independencia de Cuba, Puerto Rico y las Antillas. Su compromiso no se limitó a las fronteras políticas; abogó por la libertad y los derechos de los esclavos, trabajadores y todos aquellos cuya dignidad fue vulnerada.
Desde su ingreso a la Escuela Superior Municipal en 1865 hasta su destierro a España en 1869, Martí forjó su camino con pasión revolucionaria. Su peregrinaje en el destierro lo llevó a recorrer América Latina, el Caribe y Europa, viviendo durante 15 años en los Estados Unidos.
Su llegada a México en 1875, marcada por la solidaridad de la masonería liberal y el apoyo de la familia de Manuel Mercado, fue un capítulo fundamental en su vida. Aquí, se vinculó con la generación que daría forma al Estado mexicano bajo el influjo del liberalismo juarista.
Hoy, como ayer, en cada verso del día, cultivamos para José Martí con una rosa blanca. Su legado perdura en la memoria colectiva de Cuba, México y toda Latinoamérica.
Un héroe universal, Martí es recordado no solo por su valentía política, sino también por su humanidad, sus principios inquebrantables y su contribución invaluable a la lucha por la libertad y la dignidad humana. En la historia de Martí, Cuba y México comparten un capítulo especial, un lazo que trasciende las fronteras geográficas y temporales.