Por Marco I. Dávila | Email: [email protected] | Facebook: Ixtli Amoxtli | Instagram: @xmiraza | X: @pormiraza1
Donald John Trump parece estar obsesionado con los inmigrantes, lleva años hablando de ellos, lanzando acusaciones, regaños y amenazas.
Paradójicamente, después del atentado que sufrió el 13 de julio, Trump aseguró que el tema de la inmigración fue lo que “lo salvó”, ya que ese pequeño giro de cabeza que realizó fue para señalar una gráfica sobre, precisamente, el tema de la inmigración, cosa que evitó que la bala que iba dirigida a su cabeza (según la versión oficial) tan solo le rozara la oreja y así se salvara su vida.
Como todo un buen político populista, representante del conservadurismo, Donald Trump habla como si la solución al tema migratorio fuera de lo más sencillo del mundo.
Durante lo que va de la campaña, el trumpismo se ha dedicado a lanzar propuestas que, si bien para gran parte de la sociedad estadounidense podrían sonar atractivas, el pequeño detalle es que, al momento, el trumpismo no ha propuesto algo que vaya a la raíz del asunto, o sea, a las causas de la migración.
De hecho, Trump tiene como propuesta principal el deportar personas “masivamente”, una propuesta torpe y fascistoide que viene siendo algo así como un equivalente a la mal llamada “lucha contra las drogas” iniciada en la década de los 70, que consistía en encarcelar a personas por montones y esperar que con eso se le pondría solución a un problema que es en realidad mucho más amplio. Solo ve y pregúntale a los estadounidenses cómo van con su llamada “lucha contra las drogas” que, por cierto, aún no concluye. Y pregúntales cómo van con la reparación de su sistema migratorio.
Lo cierto es que la nefasta estrategia de demonizar a los inmigrantes, a fin de cuentas se ha estado saliendo con la suya, en términos de la popularidad que ésta ofrece al político que da la impresión que mejor maneja el tema. No es que sea una buena estrategia, no, sino que millones de estadounidenses a estas alturas desean que en serio se haga algo, aunque sea en apariencia pero que se haga algo.
Y lo concreto es que el sistema migratorio sigue siendo el mismo desorden de hace cuatro años, el mismo desorden de hace ocho años, el mismo desorden de hace treinta años. ¿Y Trump? Él nomás aprovecha la situación al máximo.