Hace más de 500 años ocurrió la primera gran integración económica y comercial en nuestro continente.
Antes de los españoles en Mesoamérica, existió un sistema de intercambio económico que empleaba como moneda de cambio el cacao, las mantas y en algunas regiones pequeños fragmentos de cobre.
El modelo económico fue por medio del trueque, y el “cambio” se daba fundamentalmente con cacao, cobre o mantas.
Los productos se tasaban a partir del trabajo. El valor de una mercancía se media a razón de la cantidad de cargas de leña, maíz, frijol, algodón que equivalía producir un tipo de producto en un tipo de terreno o técnica, en un periodo de tiempo. El valorresidía en las cualidades de la tierra, en las técnicas empleadas y en el tiempo para generar algo.
En cambio, el sistema económico del reino de Castilla y Aragón radicó en la acumulación de objetos metálicos llamados maravedíes, marcos, reales y granos.
En aquel tiempo no existían las monedas de uso cotidiano, sino mercancías dinero que se acumulaban en los castillos; que a su vez se enviaban a los comerciantes del Mediterráneo; que a su vez se enviaban al lejano oriente para pagar los insumos de los reinos europeos.
La acción recíproca entre el sistema europeo y elmesoamericano, permitió el nacimiento de algo nuevo. La conquista española junto con el levantamiento de las naciones que se oponían al gobierno de la Triple Alianza dio a la luz un sistema económico mestizo.
Inicialmente, los pesos y los tomines no existieron, aunque aparecen en códices del siglo XVI. Primero, operaron como monedas fiduciarias; se usaron como sistema de referencias para el intercambio, es decir, para tasar los productos de las colonias y las transacciones continentales. El sistema peso-tomín permitió la integración de las economías Ibérica y Mesoamericana.
A lo largo de los siglos este canon se convirtió en la base de los sistemas de moneda nacional que hoy son símbolo de la soberanía Latinoamericana, como el peso mexicano, chileno, cubano, peruano, argentino, uruguayo, dominicano, etc.
Quinientos años después, los países europeos decidieron hacer algo parecido.
Crearon una moneda imaginaria; durante los primeros cinco años sirvió para tasar productos y hacer transacciones entre naciones europeas, después se convirtió en la moneda de uso cotidiano, el euro.
En Latinoamérica hoy se propone una integración económica. Es un proyecto de gran envergadura que de aprobarse cambiará por completo el futuro de nuestro continente.
¿Puede terminar en un modelo de sometimiento y abusos? Desde luego.
La integración económica no es garantía de justicia social, ni tiene relación con la integración de la cosmovisión o la cultura. De hecho, tiene como finalidad obtener una ventaja económica y geopolítica, sin tocar las estructuras culturales. Pero el éxito de una integración económica-comercial se basa en la resiliencia inflacionaria.
Que sin importar cuán adversas sean las condiciones externas e internas en la economía de un ciudadano, éste sigue apoyando a su gobierno y a sus líderes. En el siglo XVI los españoles lo resolvieron creando unidades territoriales que la corona denominó república de indios y republica de españoles.
Las repúblicas de indios fueronterritorios en los cuales gobernaba un consejo nativo, con sus usos y costumbres, bajo los términos de su Cosmovisión; cada 80 días tributaban a la corona, y la corona no se metía con sus formas de gobierno. En el siglo XIX, las leyes de Reforma desaparecieron esas estructuras territoriales y de gobierno indígenas; con ello llegó el fin del control económico de Europa sobre Mesoamérica.
En Europa, la integración comercial del siglo XX siguió el modelo colonial mesoamericano, se respetó la soberanía y cultura de las naciones. Pero la inestabilidad actual del modelo europeo se basa en la intervención extracontinental que ha intentado imponer una forma de gobierno, de educación, de vida, y de intercambio comercial desde los inicios del siglo XXI.
Y ese es el asunto de no saber historia. Sin el apoyo de los ciudadanos, no hay resiliencia inflacionaria y sin resiliencia, la integración se debilita, como fue el caso del Brexit y el punto de inflexión en el que se encuentra Europa; pues hoy en día su único elemento de unidad es la OTAN.
Así que, con el expediente abusivo, injerencista y desmedido para imponer, quitar y dividir gobiernos, que distingue a nuestros vecinos norteamericanos, el futuro de la integración económica es incierto.
Primero: los estadounidenses deben cambiar su Cosmovisión y dejar la Doctrina Manifiesto de lado para formar parte de esta nueva etapa.
Segundo: la integración va, con o sin el poder económico de Norteamérica, pero con los pueblos y naciones de Norteamérica.
Entiéndase como se entienda; y entienda quien entiende.