Por Gerardo Fernández Casanova / [email protected]
El pueblo de México está siendo convocado a expresarse en la primera Consulta Popular formal de su historia.
Las generaciones que vamos ya de salida anhelamos desde hace varias décadas, y luchamos por ello, el romper con las severas limitaciones que impedían a la ciudadanía el ser tomada en cuenta para la toma de decisiones que nos atañen a todos y no solamente a los entonces dueños del poder.
La gran demanda juvenil de 1968 era romper con el autoritarismo vertical para dar lugar a una democracia en que la ciudadanía fuese protagonista principal.
Insatisfechos con el simple derecho a votar cada tres o seis años para elegir a quienes nos representarían, tan frecuentemente violado y manipulado; cuando la voluntad política corría por ruta distinta a la voluntad electoral.
En 1988 y 2006 fueron dadas nuevas batallas para hacer valer la voluntad popular, a las que el sistema respondió con estrepitosos fraudes.
No fue sino hasta 2018 que la sociedad dio la batalla definitiva a base de volcarse masivamente a las urnas para vencer al fraude y la manipulación y hacer valer su sacrosanto derecho a decidir, lo que refrendó en esta última elección de 2021.
Estas dos últimas elecciones han servido para dotarnos de un gobierno que nos convence de ser diferente y de responder a los intereses de la Nación y del pueblo.
Hoy nos hace falta confirmar que también podemos exigir acciones de gobierno que atiendan a demandas concretas y, además, someter al Presidente a una consulta de revocación o confirmación del mandato.
Con esto se da un giro de 180 grados al vetusto sistema autoritario y se consolida una forma de gobierno en el que el pueblo manda.
No es poca cosa: es la ruta para construir un país digno y satisfactorio nunca antes alcanzado.
La Consulta Popular del 1 de agosto próximo, además de su relevancia por inaugurar esta forma de participación ciudadana, es importante por atender a una de las causas del hartazgo social ante las decisiones y los actores políticos del pasado que hundieron al país en la miseria y la violencia.
Es votar contra aquellos que cancelaron la expectativa de bienestar para la enorme mayoría de la población, y generaron la más dramática desigualdad en la distribución de la riqueza.
Se busca acabar con la impunidad, procurar la reparación del daño y garantizar su no repetición.
La alternativa es el borrón y cuenta nueva para perdonar a quienes tanto nos dañaron a todos y todas, con lo que la puerta para volver a tropezar con la misma piedra continúe abierta.
La sociedad tiene la oportunidad de graduarse en su calidad de ciudadanos y decidir sobre el particular, el examen es sencillo: un SI o un NO son las únicas respuestas exigidas.
No es por demás anotar que los personeros del viejo régimen han puesto todos los obstáculos posibles para salvar el pellejo:
Primero exigieron, para su aprobación legislativa, diferir la fecha de su realización respecto de las fechas de los comicios electorales, (a contracorriente de lo que se practica en todo el mundo democrático) profunda puñalada para disuadir el ejercicio de la participación.
Derivado de lo anterior se agrega un costo innecesario que lleva al Instituto Nacional Electoral a anunciar que sólo serán instaladas la tercera parte de las casillas dispuestas para el proceso electoral.
Además, la validez de la consulta queda supeditada a que participe el 40 por ciento de la lista nominal de electores, alrededor de 37 millones de votantes, cifra superior en casi 10 millones a la votación lograda por AMLO en 2018.
Con esto los corruptos y traidores se defienden como gato panza arriba a fin de evitar la entrega de cuentas a la sociedad.
Con todo en contra, las y los mexicanos, sin distinción de partidos, tendremos que dar la madre de todas las batallas para acabar con esa vetusta forma de hacer política y de gobernar basada en la corrupción y el engaño.
Será necesario echar mano de todos los medios al alcance; ya los muchachos que lograron la hazaña de reunir casi tres millones de firmas en quince días nos muestran la fuerza que mueve a la decisión de participar.
No podemos quedarnos atrás y de ante mano derrotados, ya no sería la puñalada de los corruptos, sino el suicidio de los patriotas. No podemos perder la oportunidad.
_____