Es suficiente un respiro, un guiño, un parpadeo para provocar un alud de comentarios. Tal parece que el gobierno de la 4T tiene más seguidores de los que imagina, pues adoradores y detractores están al pendiente de lo que haga o deje de hacer.
E incluso, como dice el Presidente López Obrador, la prensa se entera antes de que las cosas sucedan.
Así ocurrió con una caricatura del monero Rapé, quien ni en sus más caros deseos, soñó con tener tantas menciones y mentadas. Pero gracias a que uno de sus dibujos fue tomado de la red y publicado en una cuenta del gobierno, se desataron los demonios.
Empezando por el propio autor que se dijo plagiado, que adujo el uso indebido de su obra misma que dice que dijo que no fue autorizada por él mismo para ser publicada. Etcétera, etcétera, etcétera.
El monero, tomando como propio el consejo de hacer más pública la vida pública, y si era privada pues de una vez hacerla pública, total para eso están las benditas redes, pidió al gobierno que bajaran su obra. Se hizo, pero como se dijo en las ‘benditas’, quedó la huella.
Pero el punto no es si se subió o no el dibujo, si autorizó o no el autor, si lo bajaron o se tardaron en bajarlo. El asunto está en el personaje de la mentada caricatura.
Nada más y nada menos que el Presidente, enfundado en uniforme de béisbol y lanzando un macanazo al tremendo corona-bicho, mal de que felizmente se ha recuperado el popular primer mandatario.
En el torrente de las malditas redes corrió el odio y la ponzoña, la crítica, el chisme y la ordinariez, señalando al gobierno como el más insensible porque no siente a los muertos de la pandemia o porque solo se dedica a contarlos en una gráfica ascendente que parece no tener fin.
Los opinantes, tanto simpatizantes como malquerientes, tuvieron su ración de popularidad, lo mismo a favor que en contra.
Pero todo girando alrededor del mandatario como eje de todas las pasiones, como eje único de todo el ejercicio de gobierno, como la mano que mece la pluma, como el dedo flamígero que desata todos los males.
Mientras él convalece en sus habitaciones de Palacio, los encargados de las redes solo se limitaron a quitar el dibujo de marras, en tanto el famoso cartón no para de circular en las redes con todas las intervenciones posibles.
Vale preguntar al monero si ¿pedirá a todo el mundo que ya deje de manipular su obra y la bajen porque se siente gacho que no le pidan permiso o solo era un recado público para el gobierno…?
Lo cierto es que el monero de marras, con la mano en los purititos cojones no ha salido a defender al ‘amigo’ (hoy presidente de la República) que tan amable trato le ha dado y hasta lo ha convidado a un tour por Palacio…
No, no lo ha hecho porque está deteniendo el exceso de popularidad provocada por él mismo, que ha derivado en amenazas de muerte. En serio, no se imaginó que las reacciones escalarían a esos niveles. En serio, se puede ser tan ingenuo…
Los demonios andan sueltos, pero como dice el dicho, en la salud y en la adversidad se conoce a los amigos.
Al resto de los opinantes y héroes de ocasión, se les informa que van a tener Presidente para rato, así que vayan preparando sus argumentos, porque “no se puede vencer a quien nunca se rinde”.
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M21