El nombre de Felipe Carrillo Puerto resuena este 2024 al conmemorarse el centenario de su fallecimiento. Por ello y además por su labor destacada por la justicia y los derechos de los pueblos indígenas el Gobierno de México eligió este año para honrar su legado.
Nacido en Yucatán en 1874, creció rodeado de la rica y vasta cultura maya, aspecto que, sin duda, lo motivó en su interés por conocer y aprender la lengua de ese pueblo, y que luego lo llevaría a preservar y promover los conocimientos y tradiciones de esta civilización ancestral.
En la rica tierra yucateca, donde las raíces de la cultura maya se entrelazan con la historia, nació un líder visionario y defensor de los derechos de los pueblos originarios: Felipe Carrillo Puerto.
Su vida, marcada por el compromiso con la justicia social y la preservación de la identidad maya, se erige como un testimonio inspirador en la tumultuosa época de la Revolución Mexicana.
Felipe Carrillo Puerto, nacido en 1874, creció inmerso en la cultura maya que florecía en la península de Yucatán.
Desde joven, demostró un interés apasionado por comprender y aprender la lengua de este pueblo milenario. Este primer contacto con las raíces culturales lo impulsó a una misión vital: la defensa y promoción de los conocimientos y tradiciones de la civilización maya.
Durante la Revolución Mexicana, Carrillo Puerto se destacó como un líder comprometido con la justicia social y, especialmente, con los derechos agrarios de los indígenas. Su mirada se enfocó en corregir las históricas injusticias que habían afectado al pueblo maya en Yucatán. La tierra, fuente de vida y arraigo cultural, se convirtió en el epicentro de su lucha.
Como gobernador de Yucatán, Carrillo Puerto implementó políticas progresistas que buscaban transformar la realidad de las comunidades indígenas. Entre ellas, destacó el reconocimiento legal de los derechos políticos de las mujeres, una iniciativa pionera que impulsó la participación activa de las mujeres en la vida política del estado.
La redistribución de tierras se convirtió en uno de los pilares de su gobierno. Carrillo Puerto abogó por una reforma agraria que devolviera la tierra a las comunidades indígenas, permitiéndoles no solo tener acceso a recursos fundamentales sino también empoderándolos económicamente. Además, promovió la educación agrícola y el desarrollo de cooperativas, acciones que apuntaban a fortalecer la autonomía de las comunidades y garantizar sus derechos fundamentales.
No obstante, su lucha por la justicia social y la defensa de los derechos indígenas no estuvo exenta de resistencia. En un episodio trágico el 3 de enero de 1924, Carrillo Puerto fue fusilado tras enfrentarse a una revuelta que apoyaba la rebelión de Adolfo de la Huerta.
Su sacrificio dejó una profunda huella en la historia de México y consolidó su figura como un mártir de la causa indígena.
El legado de Felipe Carrillo Puerto perdura en la memoria colectiva como un faro de justicia y compromiso social. Su valentía y visión han inspirado a generaciones posteriores a continuar luchando por la equidad, la preservación de las culturas originarias y el respeto a los derechos fundamentales de los pueblos indígenas.
En el corazón del Mayab, la llama de su legado sigue ardiendo, recordándonos la importancia de seguir defendiendo la justicia y la dignidad para todos.