El presidente Andrés Manuel López Obrador aseveró que las evidencias del espionaje en su contra, su familia y colaboradores cercanos además de ser una vergüenza es una prueba irrefutable de que se vivía un régimen autoritario.
No obstante, declararse víctima de espionaje desde los tiempos de Miguel Nazar Haro, titular de la extinta Dirección Federal de Seguridad (1978-1982), el primer mandatario descartó demandar.
Son 43 años de persecución, dijo, “entonces, imagínense si yo voy a estar presentando denuncia por eso”, sería interminable.
“Es realmente una vergüenza y es una prueba irrefutable de que imperaba un gobierno o estábamos sometidos a un gobierno autoritario, antidemocrático, que violaba los derechos humanos, el Estado era el principal violador de los derechos humanos”, declaró.
A raíz de que se conoció que un enorme listado de números de teléfonos de activistas, políticos y periodistas de México y el mundo eran espiados a través del sistema Pegasus, se descubrió que entre ellos estaban tanto el presidente López Obrador como su familia y hasta su médico.
En la cita matutina con los medios el jefe del Ejecutivo federal resaltó que todo ese régimen de violaciones ya se acabó.
“Hay que saber que desgraciadamente todo esto se padeció y hacer el compromiso de no repetirlo, que es lo que estamos haciendo. Nada de que tenemos opositores periodistas, imagínense cuántos, y a ver, a escuchar, qué dicen para ver qué les sacamos. Guerra sucia, una actitud inmoral completamente; entonces, eso no”.
Sin embargo, destacó que sí sería bueno saber de dónde salió el dinero para operar el espionaje y saber quién lo ordenó.
“Imaginemos cuánto dinero se destinaba al espionaje”, sugirió.
“Y regreso a lo mismo, esto ya no se hace, no se espía a nadie, ya desapareció el llamado Cisen, porque se han hecho tantas cosas y en poco tiempo”.
Cosas que ayudan a entender de que el gobierno ya es distinto, ya no se espía a nadie, ni siquiera a los opositores, no hay censura y a nadie se le limitan sus libertades, aseveró.
____
M21