Héctor Aguilar Camín dice que antes el gobierno los apapachaba. De hecho, revela que había proyectos eran financiados por el gobierno con “bastante generosidad”. Eso y más está en la nostalgia financiera del escritor. Y quién va a extrañar aquellos tiempos palaciegos del régimen priista al que alude el autor de “Morir en el golfo”.
Sin duda una confesión entrañable. El escritor y periodista Héctor Aguilar Camín decidió abrirse de capa y compartir con el mundo su nostalgia por los “apapachos” que solía recibir del gobierno en los días dorados del régimen priista.
En una reciente entrevista con la periodista Montserrat Antúnez de SinEmbargo, Aguilar Camín confesó que aquellos tiempos estaban marcados por una generosidad gubernamental que hacía florecer proyectos culturales con bastante magnanimidad. ¿Quién no extrañaría esos días de esplendor palaciego, verdad?
Por eso, declaró el escritor, que “una parte muy significativa de la comunidad cultural” decidió pronunciarse en favor de la candidata presidencial del PRIAN. La razón es simple y conmovedora: extrañan los apapachos, esos mimos financieros que, eran el secreto mejor guardado para mantener el arte y la cultura en una burbuja de felicidad y abundancia.
No es de extrañar entonces que el presidente Andrés Manuel López Obrador, siempre perspicaz, señale con ironía que los intelectuales del régimen de corrupción están deseosos de recuperar esos privilegios.
Aguilar Camín, en un acto de honestidad brutal, reconoce que la comunidad cultural ve en la candidata del PRIAN la oportunidad de recuperar esa atención, ese cuidado y, por supuesto, esos apapachos que antes recibían del gobierno.
Así o más claro, podría decir cualquiera, pero el presidente López Obrador lo tiene clarísimo. “Me gusta esa sinceridad”, comentó el mandatario, no sin un toque de burla, a propósito de un evento donde Aguilar Camín y otros intelectuales se declararon a favor de Xóchitl Gálvez. Y es que, para López Obrador, este clamor por los apapachos no es más que una confesión pública de una relación simbiótica con los gobiernos anteriores, relación que se traducía en generosas partidas presupuestales.
Recordemos que Aguilar Camín, junto con el historiador Enrique Krauze, formaban parte del círculo íntimo del expresidente Carlos Salinas de Gortari. Sus influencias no eran menores: desde el Conacyt hasta la UNAM, pasando por el CIDE y el Colmex, los apapachos llegaban a manos de quienes, según López Obrador, eran “intelectuales orgánicos”. Era una época en la que ser amigo del régimen era sinónimo de prosperidad y, por qué no decirlo, de una vida culturalmente apapachada.
Esos tiempos terminaron, y los apapachos se evaporaron con la llegada de la Cuarta Transformación. López Obrador, siempre fiel a su estilo directo y sin filtros, se burla de la añoranza de Aguilar Camín. Según el presidente, su gobierno sí da apapachos, pero a quienes más lo necesitan. Y vaya que esta declaración encierra un mensaje claro: los tiempos de los privilegios para unos cuantos se acabaron.
Pero no todo es burla y sarcasmo en este drama cultural. Aguilar Camín y sus compañeros “abajofirmantes” del manifiesto en favor de la candidata del PRIAN están siendo genuinamente transparentes sobre sus intenciones.