Por Gerardo Fernández Casanova / [email protected]
La pandemia del coronavirus SARS-Cov2 causante del Covid19 vislumbra ya una expectativa de control mediante el desarrollo de varias vacunas de emergencia.
Varias de ellas mediante un esquema de dos dosis aplicadas en un intervalo de 3 a 6 semanas. La primera de ellas ofrece una protección promedio de entre el 60 y 70 por ciento, que se eleva por encima del 90 por ciento, por la aplicación de la segunda.
Es a no dudar una gran esperanza para la humanidad y, sin detrimento de ello, la quiero utilizar como metáfora para lo que sucede en la sociedad entera y en la historia que nos está tocando vivir en México y otros países latinoamericanos.
Particularmente en México hemos padecido una prolongada epidemia –peste, la llama el Presidente- identificada como modelo económico neoliberal, cuyos primeros síntomas se registraron a partir de 1982 con efectos devastadores a partir de 1988.
No obstante su gravedad, los esfuerzos para derrotarla se vieron infructuosos ante el poderío de las fuerzas de la infección.
El engañoso cuan siniestro virus, se reproducía y se mutaba de manera de esquivar los esfuerzos del pueblo para inmunizarse; su administración mediante gobiernos portadores y promotores del virus, sirvió de trinchera y escudo protector, como caldo de cultivo para su reproducción criminal.
Fraudes electorales para imponer presidentes y congresos afines blindaron contra las diversas vacunas aplicadas.
En las elecciones de 2018, el pueblo en masa organizada pudo convertirse en vacuna eficaz contra el maldito virus, alcanzando una efectividad superior al 53 por ciento, suficiente para vencer y arrollar a sus defensores y promotores.
No obstante, una porción nociva continuó actuando y recrudeció sus ataques virulentos, para recuperar lo que el pueblo le arrebató en las urnas.
La primera dosis de la vacuna anti neoliberal ha alcanzado para detener la destrucción del país y sentar las bases para la transformación de la vida pública.
Se combate eficazmente a la corrupción y a la impunidad, aún con un sistema maltrecho de procuración e impartición de justicia.
Se combate la inseguridad y la violencia mediante una pinza que, por un lado, derrama montañas de dinero directo para paliar las carencias de los que menos tienen y, por el otro, se constituye la Guardia Nacional con el apoyo inicial debidamente legitimado del ejército y la armada, desplegando a la fecha cerca de cien mil elementos en todo el territorio debidamente capacitados y dotados de condiciones dignas de trabajo.
Se desarrollan obras de infraestructura de carácter estratégico en materia petrolera, de comunicación en el istmo de Tehuantepec y en el ferrocarril México Toluca.
Se cancela el faraónico proyecto del aeropuerto en el lago de Texcoco y se construye una moderna instalación aeroportuaria en la base militar de Santa Lucía, con un ahorro superior a 200 mil millones de pesos y suficiencia para 50 años de operación.
Se recupera la producción agropecuaria tanto la campesina como la intensiva; se combate eficazmente la pandemia del covid 19, con la ampliación súbita de la capacidad hospitalaria, la contratación de 50 mil médicos y enfermeras y la compra anticipada y suficiente de vacunas para sustentar el programa universal y gratuito de vacunación.
Se atiende a los trabajadores con aumentos sin precedente en el salario mínimo y se aplican los mecanismos para la democracia sindical y la erradicación de la subcontratación tramposa.
Se prohíbe la condonación de impuestos y se captan recursos suficientes para la actividad pública y se rechaza el endeudamiento y, de manera destacada, se practica la transparencia y la información matutina diaria: “la mañanera del Presidente”.
La pandemia significó un boquete en la historia de la transformación que difirió mucho del proyecto, principalmente en materia de bienestar.
La oposición conservadora no ha descansado en su afán de descarrilar el proyecto transformador, aplicando multimillonarios recursos para desinformar, intentar movilizaciones, interponer amparos a diestra y siniestra, incluso con la intención golpista con apoyo de la gran burguesía internacional.
Lástima de tanto dinero tirado, la aceptación del Presidente López Obrador continúa en alto grado.
Este año toca la segunda dosis de la vacuna, precisamente el 6 de junio, y también tendrá que ser universal y gratuita para elevar su eficacia por arriba del 90 por ciento.
Vencer la peste neoliberal requiere que todos nos vacunemos, especialmente cuando ha quedado de manifiesto su enorme utilidad desde la primera dosis.
Necesitamos gubernaturas que se sumen a la transformación para sustituir a las que la combaten. Necesitamos la mayoría legislativa con suficiencia para seguir respaldando al proyecto.
La Nación reclama el apoyo decidido de todas y todos sin excepción y con entusiasmo. Tenemos proyecto y tenemos líder. Vamos a seguir ganando.
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