
Radiografía 2025: lo que vivimos y por qué importa
diciembre 29, 2025Periodismo adolescente
Postigo
Por: José García Sánchez
Medios que nunca dejaron la casa paterna
El periodismo en México se parece a esas personas que, a los 40 años, aún viven con sus padres. No solo eso: les exigen domingo semanal, como si todavía tuvieran cinco años.
Desde el nacimiento de la información contemporánea —en la época que dio origen a la Revolución Mexicana— el periodismo quedó estancado. Ese modelo de medios subsidiados por el gobierno nunca abandonó la práctica informativa y, hasta hoy, se resiste a desaparecer.
El daño histórico del subsidio
El daño que los gobiernos hicieron a los medios convencionales es incalculable. Terminaron por anularlos y convertirlos en lo que hoy son: referentes del resentimiento conservador.
El Estado pudo enseñarles a caminar y luego soltarlos. Para los años veinte del siglo pasado, los medios debieron sostenerse con publicidad privada, no con dinero público. Pero eso nunca ocurrió.
Negocios sin riesgo ni inversión
Durante décadas, montar un periódico era sencillo. Se solicitaba un crédito, se creaba el medio y el primer pago ya estaba asegurado con subsidios gubernamentales disfrazados de propaganda oficial. Así se liquidaban las deudas bancarias.
El empresario nunca ponía un peso. Este esquema se repitió en muchas ramas de la industria nacional.
Esa supuesta iniciativa privada jamás sostuvo a los medios. No lo necesitaba. El gobierno inducía el consumo, protegía intereses y garantizaba ganancias.
Empresarios que nunca anunciaron
Los empresarios mexicanos tienen una deuda histórica con el país. Nunca fueron capaces de sostener medios con publicidad. Preferían convertirse en dueños de periódicos antes que pagar espacios publicitarios.
Mientras el gobierno era el mejor cliente, ningún empresario necesitaba anunciarse. Producía, vendía y cobraba. El comprador era cautivo. El fisco, flexible. Las obligaciones, negociables.
Medios que nunca trabajaron
Hoy, esos medios mantenidos por el “papá gobierno” hasta la vejez quieren sobrevivir. Pero no saben cómo. Nunca trabajaron.
Los periódicos que conocemos son producto de una mezcla de intereses convertidos en noticia. La verdad y la mentira se confundieron durante décadas. Había de todo, menos periodismo.
Aun así, el oficio sigue reclamando apoyos del gobierno, pese a existir miles de empresas privadas que podrían anunciarse. Que el gobierno siga siendo el principal cliente revela un condicionamiento y una censura velada pero real.
Publicidad que compra silencio
Ningún medio que recibe contratos publicitarios del gobierno cuestiona a quien le paga. Eso coarta la libertad de expresión. Sin embargo, son los empresarios, los políticos del pasado y los gobiernos de antaño quienes hoy se erigen como defensores de esa libertad.
La contradicción es evidente.
Audiencia y manipulación
En México, nunca hubo periodismo. El número de lectores o espectadores siempre fue proporcional a la mentira y la manipulación.
La televisión, con mayor audiencia, fue también la más manipuladora. Todo menos periodismo. Y hasta hoy no ha logrado recuperar la credibilidad perdida. Esa pérdida es irreversible.
Complicidad empresarial
Los empresarios son corresponsables del desprestigio de los medios. No los sostuvieron porque no los necesitaban. El gobierno era suficiente.
A cambio de obediencia, los funcionarios perdonaban deudas fiscales, cuotas al IMSS y hasta influían en conflictos laborales. El mensaje era claro: quien exigía derechos no volvería a ser contratado.
El tiro de gracia
El reacomodo de las fuerzas revolucionarias intentó recomponer al país sin cambiar a sus dueños. Los medios creyeron tener aliados en el gobierno y el empresariado.
Fueron esos mismos aliados quienes les dieron el tiro de gracia a su credibilidad.


