¿Qué pasó el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero? ¿Por qué la verdad sobre la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa sigue oculta? A 10 años y a punto de iniciar un nuevo sexenio, el artero crimen sigue impune.
En una década, lo que las víctimas y sus deudos han recibido es sólo una verdad, sabida por todos: fue el Estado. Pero faltan respuestas a las cada vez más dolorosas dudas.
Lejos de presentarse avances, las familias de las víctimas de Ayotzinapa, se topan con muros de impunidad y silencio. Un día antes del décimo aniversario luctuoso, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió una carta a las madres y padres de las víctimas del crimen de Estado. Despedida o un mea culpa, pues aun cuando el Poder Ejecutivo Federal considera las detenciones como un hito en la historia del caso Ayotzinapa y los encarcelamientos de los presuntos responsables se incrementó de 59 a 120 personas, la justicia no llega.
A lo largo de esta década, los padres y madres se han enfrentado a muros —tanto físicos como simbólicos— que representan la impunidad y el silencio. Recordemos que en la víspera del décimo aniversario, estos muros se materializaron en la Ciudad de México cuando el gobierno levantó barreras de concreto en torno al Palacio Nacional para evitar que la marcha conmemorativa llegue al Zócalo. No obstante, las familias aseguran que estos obstáculos no detendrán su lucha.
Las cifras de detenidos, que pasaron de 59 a 120 en los últimos años, incluyendo a dos generales y un miembro de la Secretaría de Marina, han sido presentadas por el gobierno como un hito en la búsqueda de justicia. Sin embargo, los deudos de Ayotzinapa insisten en que estos avances no han ofrecido respuestas claras sobre la desaparición de sus hijos, ni han derribado los muros de la impunidad.
Diez años después, la exigencia sigue siendo la misma: verdad y justicia para Ayotzinapa. Los nombres de los 43 estudiantes aún resuenan en cada manifestación, y la lucha de sus familiares sigue tan vigente como el primer día.
El dolor y la indignación persisten, y la sombra de aquella noche en Iguala sigue marcando un capítulo oscuro en la historia reciente de México. Sin verdad, no habrá justicia; Sin justicia, no habrá paz.