Por Gerardo Fernández Casanova / [email protected]
Yo fui un comunista. Sí, y fui cesado bajo el honroso cargo de ser un “peligroso agitador comunista”.
Fui sonoramente cesado como Director del Programa de Organización y Capacitación Campesina de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) por el entonces secretario, Francisco Merino Rábago, bajo el ahora honroso cargo de ser un “peligroso agitador comunista”.
El cese no me sorprendió, orgánicamente mi función representaba una especie de chipote impuesto por los directivos del Sistema Alimentario Mexicano. El programa armado en el gobierno de López Portillo para incorporar al sector campesino en la producción, la productividad y el bienestar social rural. El presupuesto provenía de un fideicomiso exprofeso en BANRURAL. Obviamente era yo un estorbo. Fui un peligro comunista.
No es por demás ofrecer un breve semblante de mi historia profesional. Soy Ingeniero Químico por la UNAM; fui Presidente de la Organización Nacional de Estudiantes de Ingeniería (sin sospecha alguna de ser comunista).
Luego fui Director General de la Asociación Nacional de la Industria Química y posteriormente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación. Todo ello alejado de cualquier tinte de “alborotador rojillo”.
Pero mi vocación era y sigue siendo el servicio público. Me interesó aplicarme a promover la industrialización del campo y, por única vez en mi vida, busqué trabajo.
Logré ser Gerente de Promoción del Fondo Nacional de Fomento Ejidal, con una pésima experiencia por la corrupción y la estulticia burocrática, pero que me llevó luego, ya en el sexenio de López Portillo, a ser Subdirector Técnico del Instituto Nacional de Capacitación Agraria en la SRA, donde tuve la suerte de encontrarme con un equipo de jóvenes de muy alta calidad profesional que, arrinconados, esperaban ser despedidos por el nuevo jefe. Lejos de esto, me reuní y escuché sus quehaceres y me involucré con todo entusiasmo a ellos.
El tema central de la capacitación consistía en la formulación por los campesinos del auto diagnóstico de su realidad, a partir del cual podrían desarrollarse las alternativas de actuación y la organización para emprenderlas. Creo que tuvimos éxito, al grado de ser incorporados como conjunto en la SARH, en un proceso de reestructuración administrativa, con la ampliación de funciones y presupuesto independiente antes mencionado. El sueño duró sólo dos años.
El éxito logrado lo mido en función de la causa de mi despido: muchos campesinos y ejidos que pudieron entender su realidad y se aplicaron a transformarla, generalmente identificando la pesada lápida de la corrupción gubernamental como principal causa de su desgracia.
Un ejemplo simple: la absoluta desinformación respecto de los montos de créditos recibidos y la magnitud de sus adeudos era un verdadero tabú. Investigando encontraron que el promotor del crédito hizo firmar al Comisario Ejidal por 100 y sólo entregó 50, pero el banco cobra sobre 250.
Con los papeles en la mano los campesinos exigían su corrección y, frecuentemente, protestaban en las oficinas del BANRURAL con mucha razón y elevada estridencia ¡Comunistas! Clamaban los pinches burócratas rateros.
Otro ejemplo. La rata de campo asolaba a más de cincuenta ejidos de la ex laguna de Magdalena en Jalisco. Combatirla con eficacia obligaba a la simultaneidad de cerca de 50,000 campesinos en la aplicación del raticida.
Con un trabajo titánico de información, capacitación y organización se lograron los compromisos necesarios y se llegó la esperada fecha. Todo el mundo actuó al unísono con entusiasmo y alegría. Fue un venturoso domingo.
El lunes se esperaba encontrar pilas de cadáveres y nada; así toda la semana y luego la gran frustración. Todos nos dimos a la investigación para encontrar la causa en el veneno caduco de varios años entregado por los técnicos de la SARH. La protesta airada no se hizo esperar y el tilde ¡Comunistas¡ volvió a sonar.
Si la educación apegada al conocimiento de la realidad en las comunidades urbanas y rurales es comunista, pues que me anoten en la lista.