La erupción del volcán electoral de México comenzó hoy y estará vomitando fuego hasta el 29 de mayo con fumarolas más altas que las del Popocatépetl.
El asunto que hace única la jornada electoral del 2 de junio con 97 millones de ciudadanos mexicanos con derecho de ir a las urnas, no es solo que sean las más grandes de la historia pues participan las 32 entidades federales para elegir más de 20 mil cargos.
En esa estadística se incluyen el jefe del Ejecutivo, los 628 parlamentario, nueve gobernadores y todas las alcaldías y asambleas municipales, mientras líderes políticos y hasta partidos pueden quedar en el camino.
Mucho más que eso, está en juego la preeminencia de uno de dos sistemas políticos diametralmente opuestos, y hasta la existencia misma de las estructuras sociopolíticas y económicas que los sostienen:
El modo que prevaleció hasta 2018 carcomido por el neoliberalismo que en la práctica actuó como un sistema bipartidista liderado por el Revolucionario Institucional y Acción Nacional, y el nuevo que se impuso ese año con la victoria de Andrés Manuel López Obrador y su programa de cambio denominado Cuarta Transformación o 4-T.
Resumiendo, la jornada electoral del 2 de junio el pueblo mexicano decidirá cuál de los dos prevalece y, al hacerlo, estará marcando rutas muy resaltadas de su futuro inmediato que no se limitan a quién se sentará en la poltrona del despacho presidencial del Palacio Nacional.
Se elegirá el rumbo sociopolítico de la nación en su conjunto: progreso del cambio iniciado en este sexenio en el cual se ha hecho mucho pero no se han sentado todas las bases, por lo cual se considera como un gobierno de transición, o una recurva cuyos impulsores tienen la idea y la meta de que sea irreversible.
Las cartas están hacia arriba y no debe haber sorpresas, aunque haya sorprendidos.
Como Moisés cuando extendió su mano sobre el Mar Rojo y el Señor con su fuerza avivó los vientos para que retrocediera y lo convirtiera en tierra seca, en México la 4T también dividió las aguas y estas serán las elecciones más polarizadas de este país de una importancia creciente para la región.
No hay medias tintas en este volcán electoral. La derecha conservadora, millonaria y con exagerados recursos financieros y un inocultable apoyo internacional, principalmente de los sectores más poderosos de Estados Unidos y Europa, hace lo indecible para sacar avante a su candidata Xóchitl Galvez, cuya imagen han ido puliendo a lo largo de la precampaña.
Como su adversaria Claudia Sheinbaum, inició este viernes su campaña con la mayor grandilocuencia posible en un bastión del conservadurismo en el estado de Zacatecas.
Por vez primera no se centró en diatribas contra su rival y el gobierno, sino que esbozó, aunque con generalidades, apuntes de un timorato programa de gobierno poco o nada impactante.
Pero un programa no es el tema de la alianza que representa con partidos antiguamente rivales como el Revolucionario Institucional (PRI), Revolución Democrática (PRD) y el conservador Acción Nacional (PAN), pues su objetivo todo el mundo lo conoce, y es el de regresar al estatus anterior a la 4T y hacer cenizas la transformación.
La idea es levantar con urgencia la imagen de Gálvez, aplastar contra el piso a la de Sheinbaum, y desbaratar a la coalición constructora de la 4T con los partidos Morena, del Trabajo y Verde de México.
Por el contrario, Sheinbaum, que además es jefa de la 4T y candidata de la coalición Sigamos haciendo historia, escogió el bastión de Amlo para iniciar su campaña, el Zócalo capitalino. Como una referencia de que acepta la división de las aguas y demostrar que en ese caso, la tierra seca que Moisés dejó en la costa no es la de ella.
Para lograrlo, en este volcán electoral, el discurso de Sheinbaum no se ha centrado en los ataques de su rival, sino en la doctrina obradorista y la continuidad de su pensamiento transformador, en particular su espíritu constructor de obras físicas y morales y su prédica de primero los pobres.
Sheinbaum no se presenta solamente como la continuadora de la 4T pues no sería tan impactante, sino como el valladar que garantiza la consolidación de un sistema socioeconómico inédito en México que lo haga verdaderamente independiente y soberano frente a las potencialidades y retos de un entorno regional que fue engullendo al país.
Prensa Latina/rgh/lma