Por Norman F. Pearl @NormanFPearl
A fines del año pasado, el “anayista” Marko Cortés, quien fuera premiado por sus “éxitos” para continuar al frente del alicaído Partido Acción Nacional, en una reunión con liderazgos hidrocálidos aceptaba, “curándose en salud”, la derrota inminente que tendrían en cinco estados (Oaxaca, Tamaulipas, Durango, Hidalgo y Quintana Roo) en 2022, pues el PAN no daba para más.
Sin embargo, afirmaba con emoción; “la única que tenemos posibilidades, muy buenas y contundentes de ganar es Aguascalientes…”.
El “dirigente nominal” se guardaría sus razones. En su interior sabía, la única estrategia de lucha que habían utilizado era un golpeteo sin cuartel ni fundamento en contra de un gobierno federal exitoso cuya creciente popularidad era tan clara como incuestionable.
El camino hacia el 5 de junio de 2022 estaba cuesta arriba.
En todas las encuestas sucesivas a partir de aquel reconocimiento trágico, la burda coalición seguiría perdiendo posiciones porcentuales que entregarían para el análisis, la posibilidad real de un “carro completo” o “seis de seis” para Morena y sus aliados.
En el mes de abril pasado, la oposición tuvo ante sí la posibilidad única de congraciarse con sus votantes residuales defendiendo la soberanía de nuestro país ante el saqueo evidente por parte de empresas extranjeras.
Sus 223 diputados serían expuestos a la deshonra y el desprecio por sus propias conciencias e intereses al votar en contra del pueblo de México evitando así la reforma constitucional.
Los 275 votos patrióticos serían insuficientes, pero el precio político que ya está pagando la traición está a unos días.
Por si esto fuera poco, Alejandro Moreno Cárdenas (alias, Alito) presidente del Partido Revolucionario Institucional, contribuye de forma grotesca al hundimiento de la amorfa coalición “Va por México”, y a la eventual desaparición de su propio partido.
Alito, a través de sus audioescándalos pinta de cuerpo entero al antiguo perfil político que pensamos había desaparecido de nuestro país: pendenciero, corrupto, gandalla, ignorante, y fatuo, que siempre es destruido por su debilidad ante el poder efímero.
Estoy seguro cualquier mexicano (al margen de sus preferencias ideológicas) se avergonzará ante semejantes conductas y querrá desterrarlas para siempre de una sociedad que se asuma perfectible.
“Va por México” irrumpe como un grito desesperado de unos cuantos empresarios mexicanos apátridas que han apostado por el control de partidos débiles (PAN, PRI, PRD) para recuperar el poder político que algunos les vendieron.
Hacen cuentas, no les alcanza, van por otro grupo vividor, Movimiento Ciudadano (MC ) en el horizonte…
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