La cena de bienvenida al embajador de EEUU en México, Ronald Johnson, fue parte de nuestra política exterior, estratégica y constructiva
La cena de bienvenida al embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, fue parte de nuestra política exterior, siempre dinámica, estratégica y constructiva
Si algo nos ha enseñado la historia de las relaciones entre naciones es que la política exterior no solo se construye desde los despachos, sino también desde el diálogo, la diplomacia y la presencia.
Recientemente, tuve el honor de asistir a la cena de gala organizada por la American Society (AMSOC) para dar la bienvenida oficial al nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson. Asistí como senador de la República y, sobre todo, como presidente de la Comisión de Seguimiento a la Implementación y Revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Para mí, participar en este encuentro representaba no sólo una cortesía institucional, sino un espacio de diálogo proactivo entre naciones para construir y fortalecer nuestra política exterior, que siempre ha sido dinámica, estratégica y constructiva.
Compartí mesa con el propio embajador Johnson; con la Secretaria de Medio Ambiente, Alicia Bárcena; con el presidente de la Concamin, Alejandro Malagón, y con Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial.
Fue una noche de encuentros entre representantes del sector público, del ámbito diplomático y del empresariado mexicano, donde se abordaron los grandes temas que definen hoy la relación estratégica trilateral de América del Norte.
Como Presidente la Comisión del T-MEC en el @senadomexicano, asistí a la cena de bienvenida al Embajador Ronald Johnson (@USAmbMex), organizada por @AMSOCMx.
— Waldo Fernández (@FdzWaldo) July 14, 2025
Fue un espacio de diálogo entre representantes del sector público, del ámbito diplomático y del empresariado mexicano,… pic.twitter.com/V3LtaPNplP
Este tipo de espacios, muchas veces invisibles para la opinión pública, son clave para sembrar confianza, construir puentes y entender que la política internacional no es solo cosa de cancilleres: también es tarea del poder legislativo, de los gobiernos locales, del sector productivo y de la sociedad civil.
Desde la Comisión del T-MEC hemos insistido en que este tratado no puede verse únicamente como un marco legal para el comercio exterior. El T-MEC es una hoja de ruta para el desarrollo regional, una plataforma de diálogo permanente y una herramienta poderosa para enfrentar los retos del presente y del futuro: la relocalización de cadenas productivas (nearshoring), la transición energética, la protección del medio ambiente, la equidad laboral y la digitalización de la economía.
México tiene todo para ser protagonista de esta nueva etapa de cooperación regional. Tenemos talento, ubicación geográfica estratégica, una clase trabajadora altamente calificada y una red institucional que nos permite negociar con dignidad y responsabilidad.
En ese sentido ha trabajado el Gobierno Federal, bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum, que, en un contexto desafiante, ha sabido mantener la relación bilateral y exponer la importancia de trabajar con coordinación, no subordinación. Desde el Legislativo, nos corresponde vigilar el cumplimiento del T-MEC, impulsar reformas que lo acompañen y garantizar que sus beneficios lleguen a todas y todos.
Hoy más que nunca, la política exterior debe ser una herramienta de desarrollo para nuestro país. Ante los desafíos regionales y mundiales, la integración de América del Norte aparece como una oportunidad histórica para consolidar una región competitiva, sustentable y socialmente justa.
Desde el Senado de la República y desde la Comisión que presido, mi compromiso siempre ha sido fortalecer nuestra relación con Estados Unidos y Canadá sobre la base del respeto mutuo, la soberanía y la cooperación. Seguiremos trabajando para que el T-MEC no solo beneficie a las grandes empresas, sino que también genere empleos bien pagados, fomente la innovación tecnológica, respete los derechos laborales y proteja nuestro medio ambiente.
Nuestra relación con Estados Unidos es una relación estratégica que debemos cuidar, porque de ella dependen millones de empleos, la estabilidad de nuestras exportaciones, la confianza en nuestras inversiones y la calidad de vida de nuestras familias.
Más allá del ruido mediático y discursivo que tiende a llenar nuestro entorno, en la cena de gala de la AMSOC quedó claro que la relación entre ambos países es buena. Exige compromiso y trabajo duro, por supuesto, pero hay reconocimiento y, sobre todo, deseo que a ambas naciones les vaya bien.