Nuestra América nació con Cuba, no sólo por ser un término acuñado por el gran José Martí, sino por ser precursora de la lucha por la emancipación de los pueblos indo afro iberoamericanos.
Durante todo el siglo XIX Cuba luchó infructuosamente por liberarse del yugo colonial español.
Cuando al final del siglo en batallas decisivas que, incluso, costaron la vida de Martí, fue presa del siempre acechante gobierno gringo y la mantuvo bajo su “protección”, siempre a contrapelo de la voluntad libertaria del pueblo cubano, pero con el pretexto de “ayudarla a construir la democracia”, desde luego al estilo gringo.
La isla pasó a convertirse en la zona de tolerancia para los mojigatos yanquis, en la que el vicio, el juego y la prostitución tuvo carta de naturalización, acompañada de la inicua explotación de la mano de obra y la tierra en la producción de azúcar para la creciente demanda de la nueva metrópoli.
Pasaron 60 años de conflictos y desajustes entre la voluntad del nuevo emperador y la del pueblo anhelante de bienestar.
Protectorado, gobiernos impuestos y depuestos, así como dictaduras e intentos revolucionarios, caracterizaron la historia cubana hasta el advenimiento de la Revolución.
Movimiento encabezado por el Comandante Fidel Castro, que derrocó al dictador Fulgencio Batista, corruptísima marioneta de los Estados Unidos, entonces bajo la presidencia de Eisenhower, el héroe de la II Guerra Mundial.
Todavía no despegaba el avión en que huyó Batista, cuando ya el gobierno yanqui pretendió mantener su hegemonía sobre la isla caribeña.
El enorme respaldo popular a la Revolución construido con el liderazgo de Fidel, cosechó en la gente el valor de la dignidad como nación independiente y soberana.
La justicia revolucionaria se impuso sobre la caterva de oligarcas y asesinos de la dictadura y la contrarrevolución se afincó en Miami para, con el apoyo del gobierno estadounidense, conspirar contra el nuevo régimen e intentar la invasión que fue contundentemente derrotada en Bahía de Cochinos y Playa Girón, incluida la descarada intervención de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El pueblo cubano hizo suya la defensa de su Revolución y se creció a la grandeza de su dignidad. Subrayo: su dignidad.
La movilización, tan severamente atacada, devino en socialismo y en alineamiento con la órbita soviética, no sin dejar de ser críticos y celosos guardianes de su independencia, también respecto de la URSS; no se trataba de simplemente cambiar de hegemón.
Así comenzó la guerra de USA contra Cuba, desarrollada mediante la asfixia a la isla para provocar la revuelta contra el régimen castrista.
El bloqueo criminal, los cientos de intentos de magnicidio, la intromisión de agentes de la traición, el complot para infestar cultivos agrícolas y, como es usual, la tremenda campaña internacional de medios para desacreditar a Cuba y a su lucha emancipadora.
La caída de la Unión Soviética fue sin duda un golpe devastador para la economía y la seguridad cubanas, agudizando las críticas condiciones de la población.
No obstante, el régimen revolucionario priorizó la salud y la educación garantizando el derecho de toda la población a su disfrute, alcanzando niveles superiores de calidad y eficacia en ambos rubros, cuyo concurso ha permitido practicar la solidaridad con muchos otros pueblos necesitados.
Cómo desconocer la valiosa contribución de médicos y enfermeras en los momentos más críticos de la pandemia de covid en México, que tanto escozor provoca a los conservadores locales.
La ciencia cubana ya logró desarrollar una vacuna propia, aunque no tiene acceso a jeringas para aplicarla.
El gobierno de los Estados Unidos no ceja en su intento por derrocar al régimen de la Revolución Cubana. Desde el republicano Eisenhower hasta el demócrata Biden, todos han mantenido el estatus de guerra contra Cuba, sin lograr su nefasto objetivo.
Hoy el nuevo gobierno lanza una nueva ofensiva aplicando todos los recursos posibles para lograr derrocar al régimen revolucionario, ya sin las figuras señeras de Fidel y Raúl Castro, sino de un gobierno de nueva generación heredero de esos gigantes y sostenido por el pueblo que sigue distinguiéndose por el valor de su dignidad.
Los mexicanos y todos los nuestroamericanos necesitamos la prevalencia de la Revolución Cubana, siempre serán el faro de los afanes de emancipación y de dignidad en el mundo. Todo nuestro apoyo a Cuba y su heroica dignidad.