Por: Manifiesto 21
En la Inquisición se censuró libros que se consideraban heréticos o perjudiciales para la Iglesia. La quema de libros de texto ocurrida en Chiapas el fin de semana, revive a la Inquisición. El acto ha dejado perpleja a la sociedad mexicana. Porque muestra cómo la intolerancia arropada en la comunicación falsa o sesgada, puede atentar contra el derechos de una comunidad.
Y es que un grupo de individuos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, llevó a cabo una acción que evoca tiempos de opresión.
El paralelismo con el sombrío período de la Inquisición, donde la quema de libros era una práctica habitual, resulta inquietante. Y deja en evidencia el alcance del pensamiento conservador y retrógrado en la era moderna.
Sin embargo, el acto orquestado por la derecha no sólo revela sus intereses. También atenta contra el mandato del Estado de proveer de educación y materiales didácticos a los alumnos de educación básica.
Este objetivo se ve truncado por una serie de acontecimientos que revelan la polarización ideológica y la intolerancia presentes en la sociedad contemporánea.
Los grupos conservadores, políticos y empresarios opositores al gobierno de López Obrador, rechazan los libros por un infundado argumento. Según algunos sectores, los libros están impregnados de un mensaje comunista. Sin embargo, expertos y conferencias de prensa especializadas desmintieron estas afirmaciones, dejando en evidencia la falta de fundamentos detrás de este acto.
El paralelismo con la época de la Inquisición resulta innegable. Durante este oscuro período histórico, el Santo Oficio tenía el poder de prohibir y censurar libros que considerara heréticos o perjudiciales para la Iglesia.
La quema de libros era una práctica común para eliminar cualquier rastro de ideas consideradas peligrosas por las autoridades eclesiásticas.
El Santo Oficio, que operó en México durante el periodo colonial, tenía el control sobre qué ideas y conocimientos podían circular entre la población. De manera similar, en el evento reciente en Chiapas, un grupo de individuos se erigió como árbitro de lo que debería ser permitido. Este acto no solo refleja una censura intolerante, sino también una arrogancia al asumir el papel de guardianes de la verdad.
Es importante destacar que la censura y la quema de libros nunca son acciones justificadas en una sociedad democrática y pluralista. La libertad de expresión y el acceso a la información son pilares fundamentales de una sociedad progresista y educada. Los eventos en Chiapas llaman a la reflexión sobre cómo la historia puede repetirse de maneras sorprendentes, incluso en contextos modernos y aparentemente ilustrados.
La sociedad mexicana debe aprender de los errores del pasado y abrazar la diversidad de pensamiento y opinión. La censura y la intolerancia solo conducen a la ignorancia y a la limitación del progreso. El respeto por la libertad de expresión y la apertura a diferentes puntos de vista son esenciales para construir una sociedad inclusiva y justa.
En última instancia, la quema de libros en Chiapas no solo es una afrenta a la educación y al conocimiento. También es un recordatorio sombrío de los excesos de la historia.
Por ello, es imperativo que la sociedad mexicana rechace cualquier forma de censura. Y trabaje en conjunto para construir un futuro en el que la libertad intelectual y el respeto por la diversidad sean los valores predominantes.
Durante la época colonial en México, la Inquisición fue establecida por la corona española para garantizar la ortodoxia religiosa y eliminar cualquier forma de herejía. Operó desde finales del siglo XVI hasta principios del siglo XIX y tenía el poder de censurar y perseguir a aquellos considerados heréticos. La quema de libros, la persecución y la censura de ideas consideradas amenazantes para la Iglesia, fueron prácticas comunes durante este periodo.