Por Gerardo Fernández Casanova / [email protected]
Noroña es mi candidato. No se trata de una apuesta sino de mi propuesta. Propongo a Noroña como Coordinador de los Comités de Defensa de la 4T, por consecuencia, como candidato a la Presidencia por la coalición Juntos Hacemos Historia. De ser así, sería el reemplazo de Andrés Manuel López Obrador.
¿Por qué Noroña? Conozco a Noroña desde 2002. Coincidimos en el Encuentro Hemisférico contra el ALCA, convocado por el Comandante Fidel Castro en La Habana; en una circunstancia que no deja de ser chusca: ambos nos anotamos en la lista de oradores y, por la homonimia de Gerardo Fernández, los dos acudimos al mismo tiempo al pódium. Al percatarnos de la confusión, él tuvo la gentileza de cederme el lugar.
Me pareció muy decente su actitud. Después de dos o tres encuentros durante ese evento no volví a tener relación con él. Pero seguí su trayectoria: en 1988 fue candidato a diputado federal por un distrito de Talnepantla, vecino del que me tocó representar en la legislatura saliente; varios me preguntaron si era una reelección.
Luego seguí su trayectoria en la formación del PRD, partido del que fue presidente del comité en el Estado de México; más tarde lo ubiqué como vocero del PRD en el plantón de protesta por el fraude electoral en 2006.
Más tarde supe su valiente renuncia al PRD por razones de congruencia; volvió a aparecer en 2009 como diputado federal (de mayoría) por Iztapalapa y sus valientes intervenciones desnudando a Genaro García Luna, Javier Lozano y otros miembros del gabinete espurio de Felipe Calderón, las que le valieron una tormenta de críticas por irrespetuoso y violento el tiempo le daría la razón).
Conocí sus acciones de resistencia civil pacífica contra el gobierno espurio de Calderón; a favor de los deudores de la banca y de los conjuntos habitacionales del IMSS; así como su protesta en la Torre Trump por la amenaza del muro fronterizo; entre otras muchas. Incluso lo vi como aspirante independiente a la presidencia en 2017, en la que declinó por AMLO.
Destaco su importante actividad como diputado federal siempre en defensa de la Transformación y su programa de gobierno, tanto en el ataque frontal a la oposición como en la procuración de coincidencias interparlamentarias.
En todos los casos mostrando una cabal comprensión del ejercicio de gobernar con integridad y rectitud. Sus numerosas intervenciones lo colocan como el más activo y sus discursos logran millones de reproducciones y vistas en las redes sociales.
Desde hace poco más de 4 años lo sigo en sus video charlas de lunes a domingo de 6 a 7 de la tarde, en las que expresa didácticamente su visión política y hace comentarios y recomendaciones de libros, como voraz lector.
Noroña es pueblo –reza su lema de campaña- y un líder carismático que finca sus postulados en un compromiso amoroso y sincero con la mayoría y es ampliamente correspondido. Tal es el único verdadero requisito para bien gobernar. Le achacan el no haber ocupado algún puesto en la administración pública, como tampoco lo tuvo Obama o Lula da Silva y una enorme mayoría de los gobernantes del mundo. La capacidad de gobernar no es un asunto de escalafón burocrático, sino de carisma y capacidad de liderazgo; característica de la que adolecen los otros cinco aspirantes.
No parece ser el favorito del Presidente López Obrador, pero ya no hay dedazo ni dados cargados. No somos un nuevo PRI. Es el pueblo el que tiene la última palabra y se ha venido expresando por Noroña con simples cartulinas hechas a mano y sin grandes espectaculares ni acarreos.
Con todo lo anterior y sin haber tenido la oportunidad de volver a encontrarlo como sucedió en La Habana, confirmo mi opción política para aspirar a que resulte electo en la próxima consulta. Que así sea.