Algunos amables lectores amigos, más por ambos calificativos que por otra razón, me han propuesto editar un libro con mis artículos semanales.
Soberbio como suelo estúpidamente ser, tomé en consideración tal posibilidad y me aboqué a la relectura de lo escrito desde el año 2000 en que me atreví a hacer pública mi manera de pensar.
Con sólo un paréntesis en que dejé de hacerlo durante 2003, por la negativa a publicarme un artículo en que respondí airadamente a otro articulista de la misma casa que denostaba a Ofelia Medina como simple “revoltosa” y alababa a Salma Hayek como exitosa estrella de Hollywood.
En realidad fue un castigo autoinfligido puesto que ya me había gustado la tarea de articulista de opinión. El resto son 21 años de artículos cuyo número rebasa el millar.
El oficio me ha obligado a estudiar y a leer mucho para, en alguna medida, esclarecer mi pensamiento, grata obligación.
En 2004 ya estaba caliente la cosa pública en el país y no podía seguir en mi berrinche por lo que retomé el oficio de escribidor.
Ya estaba claro el fiasco en que estaba resultando el gobierno de Fox y ya apuntaba la figura del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel.
Me dediqué a estudiarlo y a tomar conciencia de que se trataba de un personaje de excepción a quien habría de seguirse y apoyar sin límite para ser el Presidente de México.
Describí la guerra sucia y los intentos por destruirlo y admiré su capacidad de brincar los obstáculos. Me convenció y mucho.
A la sazón la posibilidad del triunfo electoral era muy alta y, desde entonces, advertí que los intereses del gran capital harían lo necesario para impedirlo y que, de no lograrlo, garantizar el fracaso de su gobierno, para hacer un efecto de vacuna para que no volviese a suceder que una persona progresista y comprometida accediera al poder.
No es que fuese yo adivino, simplemente se necesitaba conocer un poco la historia y saber de los sucesos en los países del sur del continente que estaban siendo objeto de la embestida brutal de la embajada yanqui y de las oligarquías criollas.
Hizo falta un lapso de 12 años y dos fraudes para que, al fin, en 2018 se lograra el triunfo popular avasallador para tomar la Presidencia de la República.
Ahí comenzó la aplicación del plan B; habría que hacerlo fracasar y, de ser posible, destituirlo a como diera lugar.
La oposición conservadora y sus reales patrones no han escatimado recurso alguno para lograr sus nefandos afanes; prensa beligerante y desquiciada dedicada a machacar su aversión al Presidente.
Amparos para obstaculizar la obra de gobierno; intromisión en los asuntos internos del partido en el poder para desprestigiarlo, involucramiento del Instituto Nacional Electoral como coadyuvante en la tarea.
Labor de zapa en el extranjero, especialmente en USA; empleo carroñero del tema de la pandemia negando el correcto desempeño de la autoridad sanitaria; incestuosa asociación de partidos opositores; en fin, de todo y sin medida.
Y nada, nadita de nada, logran con su perversa actuación, salvo su propio desprestigio y miles de millones de pesos tirados a la basura.
López Obrador sigue y sigue con gran éxito en las tareas a que se comprometió, acrecentando cada día el respaldo popular a su gobierno, consolidándolo y garantizando el relevo con continuidad en 2024 (año en el que el cuarto pato se convierte en una flecha que apunta a la izquierda).
Nadie debiera asustarse. Ya era sabido lo que sucede y no hace falta gran sabiduría para comprender sus motivos.
Este año es uno de lujo; comienzan las inauguraciones de las grandes obras emprendidas, comenzando por el tan vilipendiado aeropuerto y la refinería.
Me refiero a la obra pública de infraestructura, porque de la obra de gobernar al servicio del pueblo y con honestidad, esa se inauguró antes de que tomara posesión del cargo, y ha sido congruente con el mandato del pueblo en las urnas: el apoyo presupuestal a los más necesitados.
Algunos dicen que el articulista debiese ser neutro en materia política para no convertirse en propagandista de panfleto obradorista.
Aunque el adjetivo no me gusta, lo de obradorista me honra y me entusiasma, además me autoriza a invitarles a sumarse a este multimillonario club.
Para la prensa comercial tradicional dejo los mismos adjetivos pero con el desprestigioso agregado de estar contra López Obrador. He dicho.
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M21
1 Comment
Un respetuoso saludo, siempre me he identificado como una persona de pensamiento social y solidario, por un país más justo y equilibrado. Su escrito me hace reafirmar aún más mi forma de pensar. La labor que hace nuestro presidente lo reconfirma , es un honor estar con AMLO.