Los conservadores se pintan solos. Hacen mucho ruido, pero siempre con pocas nueces. El ruido es dimensionado por los medios afines a su oscurantismo que sólo atizan pero no prenden.
Y es que ayer domingo 27 de agosto en algunas ciudades del país se manifestaron algunos centenares de conservadores opositores a la Cuarta Transformación, que hoy usan de pretexto los libros de texto de la SEP por considerarlos portadores del “virus del comunismo”.
Pero, la asistencia registrada fue notablemente baja. Lo que parece indicar una limitada inconformidad social con respecto a esta controversia. Las cifras de participantes contrastan significativamente con la magnitud del impacto potencial sobre la educación de millones de estudiantes.
En su editorial de este lunes, titulado “Libros de texto: malestar sobredimensionado”, el diario mexicano La Jornada informa de las cifras de asistentes a las protestas.
“Unas mil personas en la capital duranguense, cerca de 200 en Monterrey, otras tantas en Toluca y León, alrededor de un centenar en Puebla y unas pocas decenas en San Luis Potosí, Ciudad Victoria, Tlaxcala y Oaxaca”, expone el diario.
“Tales cifras no guardan ninguna proporción con los millones de educandos que se verán perjudicados por la acción de membretes oscurantistas, grupos de interés, medios reaccionarios, autoridades locales y clérigos que organizaron una verdadera cruzada contra los textos escolares oficiales”, agrega.
Y esconde la mano. En La Jornada relata cómo la iglesia católica desde su semanario, buscó bajarle tono al debate, señalando que lo importante no son los libros sino los niños.
“Significativamente, el semanario Desde la fe, órgano de la arquidiócesis de México, adoptó en su editorial un tono mucho más conciliador que el que han empleado algunos jerarcas católicos –notablemente, los obispos de Cuernavaca y de Aguascalientes– para descalificar los libros de texto y buscó quitarle combustible a la confrontación, al señalar que lo más importante son los niños, no los libros”.
“Y si bien no deben dejar de señalarse las fallas y errores que pueda haber en ellos, hay otras problemáticas que deberían atraer nuestra atención, como el seguimiento que madres y padres dan al proceso educativo de sus hijos”, según la arquidiócesis.
A pesar de la magra asistencia a las movilizaciones, el debate sobre los libros de texto y su contenido continúa en el centro de atención pública. Las autoridades educativas y los organizadores de las manifestaciones mantienen posturas divergentes sobre la relevancia y el impacto de los cambios propuestos en los materiales de estudio.
La Jornada cierra su postura editorial con la siguiente reflexión:
“Lo que parece inadmisible es que sectores inequívocamente minoritarios y crecientemente aislados hayan conseguido, a fuerza de exageraciones, distorsiones y llanas mentiras, y con la complicidad de instancias judiciales, dejar sin libros de texto a un tercio de la población escolar del país”.
“Como se ha señalado en este espacio, la solución a los errores que puedan contener éstos no es dejar sin materiales a los estudiantes, sino corregirlos en las aulas, con la participación centralísima de los educadores”.