M21. Noviembre 29, 2022.- Durante estos días he estado leyendo con mucho entusiasmo las opiniones del ala conservadora, así como de los lopezobradoristas acerca de las marchas de noviembre.
En los textos de los conservadores es prominente una discusión por demostrar cuál de los bandos llevó más acarreados, y cuál de los bandos llevó más voluntades.
En cambio, los testimonios de los lopezobradoristas, son descripciones emotivas, recuerdos de hace veinte años cuando fueron a su primera marcha al lado de Andrés Manuel, la emoción de las nuevas generaciones que se unen a la transformación. Hay mucho cariño y afecto desbordado.
La de los conservadores es una agenda llena de odio, rabia, coraje, enojo. Los argumentos principales tienen el objetivo de mostrar su superioridad moral, ética, política, de clase, económica, de intelecto, de raza. Son puros y castos. Pero también están motivados por versiones imprecisas de la realidad, muchas veces los guía la ignorancia y promueven la infodemia, en tanto que las luchas políticas que reivindican son de persecución judicial basada en el montaje.
La agenda de los lopezobradoristas, es una agenda de esperanza, de futuro, de amor, de compasión. Los argumentos muestran todas las acciones que han cambiado a la nación, la lucha contra la pobreza, las estrategias para alcanzar el bienestar común promueven los abrazos y no los balazos. Saben que el país es imperfecto y por eso luchan para alcanzar la utopía común de justicia social para todos.
Afortunadamente, el ala conservadora es una pequeña parte de la población. No son marginales, pero son muy pocos.
Pasaron de un montón de tiendas de campaña vacías, a sesenta mil voluntades motivadas por la Infodemia; esa es la cantidad que diariamente transita de 8 am a 9am por el metro Pantitlán. Equivalen a una hora de nosotros en un día de trabajo.
También, vale la pena resaltar que las personas de la marcha conservadora estaban convencidas que el evento era para defender la democracia y evitar la desaparición del INE. No obstante, la reforma electoral no propone acabar con la democracia ni desaparecer al INE.
Las personas que acompañamos al presidente a su cuarto informe de gobierno, no somos ni marginales, ni somos pocos. Desde luego no estuvieron los treinta millones que votamos por el cambio de gobierno.
Quienes hemos estado en la lucha de izquierda sabemos lo complejo que es movilizar voluntades desde las zonas más alejadas del país. Pero aún así llegaron, de los rincones más remotos, por lo menos un o una ciudadana. Querían venir a acompañar al presidente, en la que tal vez sea la última marcha al lado del más querido, del más amado de los gobernantes que ha tenido México.
La derecha y sus medios masivos seguirán diciendo que ese día solo hubo acarreados. Pero quienes estuvimos ahí sabemos que eso es irrelevante.
Caminamos al lado del presidente por cinco y hasta seis horas. Mucha gente estaba agotada a las dos de la tarde, pero feliz y con la esperanza renovada.
Nuestro presidente, como ningún otro, caminó a nuestro lado, codo a codo; llevado por una marea de voluntades. Fue un gran abrazo del pueblo de México. Amor con amor se paga.
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M21