Por Gerardo Fernández Casanova / [email protected]
El ruido de los acontecimientos nacionales hace que, con frecuencia, se pierda de vista el panorama internacional que muestra los avatares de un profundo cambio de época.
Desde luego, la pandemia que a todo el mundo afectó, pudo ser un factor de aceleramiento de una crisis mundial que ya traía su propia dinámica desde 2008.
La irrupción de Trump y el Brexit en la Gran Bretaña restablecieron el tan temido y anticlimático proteccionismo, justo en el corazón financiero neoliberal y, con ello, el comienzo del desinfle del globo mundial.
Por otro lado el vigoroso ascenso de China como jugador de grandes ligas de la economía mundial, en reto al poder de la anglósfera, significó otro boquete al otrora boyante globo. Esto visto desde el lado de los poderes.
Pero también tomaron fuerza inusitada los movimientos sociales insatisfechos por la pérdida de niveles de bienestar gestados en la segunda posguerra, tanto en Europa como en los mismos Estados Unidos; la ebullición soterrada sonaba con estruendo en el mundo, con vertientes de extrema derecha y también de izquierda, mientras el globo se desinflaba y la presión social se fortalecía.
Cuando se completa la catástrofe de la guerra en Ucrania como un movimiento telúrico, no sé si como causa o efecto de la desglobalización, o tal vez ambas cosas.
Lo cierto es que el mundo se desajusta: la otrora poderosa Europa registra una severa crisis de competitividad producto de dos cosas: la desidustrialización provocada por el reforzamiento de las políticas de recuperación industrial norteamericana y, a no dudarlo, la sangría de recursos destinados a sostener a Ucrania en su guerra suicida contra Rusia y el efecto bumerang de las sanciones impuestas al gigante oriental, causantes del estrangulamiento energético del continente europeo y su galopante inflación.
Nuevo ingrediente a la protesta social expresada en paros y marchas de protesta capaces de tumbar gobiernos, no obstante las represiones y las manipulaciones mediáticas y las injerencias extranacionles.
Mientras Europa se hunde, la economía norteamericana se oxigena y toma nuevos bríos. La alianza atlántica cruje como engranaje no lubricado.
Sus gobiernos colocados entre la espada y la pared para optar entre el reclamo de sus pueblos y sus afanes bélicos anti rusos.
¡Menuda disyuntiva! Con el agregado de la extremada corrupción del sediento gobierno ucraniano, encabezado por un comediante irresponsable conocedor de su histriónico papel en la comedia.
Entre tanto, la deuda externa de la mayoría de los países remonta a niveles que obligarán a reestructuraciones y adopción de compromisos antipopulares, los que sólo alimentarán las hogueras en las estructuras nacionales de pronóstico reservado. En muy buena hora el gobierno mexicano optó por desendeudarse.
En el centro de todo este sistema de conflictos los Estados Unidos se afanan por apuntalar una hegemonía en riesgo de extinción; intenta matar dos pájaros de un tiro: acabar con Rusia y estrangular a la Unión Europea sin ensuciarse las manos con la sangre de la juventud ucraniana.
El primer pájaro es águila de vuelo poderoso, difícil de abatir; mientras que el segundo muestra el rictus de la asfixia. En tanto que China mantiene su alto vuelo como aventajado pescador en el río revuelto.
En este embrollo mundial, los halcones yanquis del régimen bipartidista y monosistémico osan merodear en su patio trasero y conmemorar el bicentenario de su doctrina Monroe, madre de intervenciones, golpes de estado y despojos.
Sus voceros, principalmente pero no sólo, republicanos amenazan con intervenir militarmente en México so pretexto del trasiego del letal fentanilo. Hoy mismo recibió merecida respuesta de rechazo por el Presidente de México: no lo vamos a permitir, al costo que sea, además de convocar a los paisanos radicados allende la frontera a ejercer su ya considerable fuerza política para derrotar electoralmente a los agresores republicanos.
Hasta ahora hemos sido respetados por el Presidente Biden, pero en ambos países entramos en temporada electoral y algunos, irresponsablemente, quieren usar el tema mexicano como piñata.
Será mejor que lo piensen dos veces, ya no estamos en los tiempos de la relación sumisa y obsequiosa. No tenemos ganas, pero estamos bien dispuestos.
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M21