Ahora resulta que son más unidos que nunca y andan muy preocupados por lo que llaman la “compleja situación del país”.
Pero su preocupación es tan real y legítima como su debacle, y es tal vez por eso que abren las puertas de su espacio privado para debatir la vida pública.
Así ocurrió este domingo cuando el vetusto político, Porfirio Muñóz Ledo, recibió en su casa de Las Lomas de Chapultepec, al imberbe dirigente del derechista Partido Acción Nacional (PAN), Marko Cortés.
Y como lo Cortés no quita lo conservador, el invitado agradeció la anfitrionía del otrora seguidor y amigo del popular fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Pero no es que Don Porfirio se haya dado a la función ecuménica sino más bien ya no haya con quién acomodarse. Y en eso ambos coinciden.
Don Porfirio no deja momento ni lugar para hacer saber su enorme necesidad de ser visto y sentirse alguien. Y lo es o mejor dicho, lo fue y se afana en organizar reuniones privadas para hacerlas públicas y en su más honda nostalgia se auto organiza reuniones palaciegas porque lo suyo, lo suyo es hacerse notar.
Mientras tanto, el señor Cortés, tan ávido de levantar aunque sea con palillos lo que queda del PAN, no le importa arrimarse a un árbol hecho astillas.