Uno de los postres tradicionales del Día de Muertos que todos los vivos disfrutan es la “calabaza en tacha”.
Esta delicia de la cocina de temporada debe su nombre original al léxico empleado en los ingenios azucareros.
Pues resulta que en la fabricación del azúcar se usa un aparato donde el jarabe de caña se evapora en vacío, hasta quedar una masa cristalizada, eso que llamamos piloncillo.
Dicho instrumento es la famosa “tacha” y al operario que la hace funcionar se les conoce como “tacheros”.
“Las tachas son unos grandes recipientes cilíndricos metálicos, cerrados al exterior de madera barnizada y provistos de unas mirillas de grueso cristal a través de las cuales el cocedor puede observar el punto de cristalización de la masa azucarada que en ellas se cuece”, explica José López Lengo en Motrileñismos, léxico azucarero (Motril, 1991).
Aunque al tradicional postre de Día de Muertos también se le conoce como “dulce de calabaza”, su nombre original se remonta a la época en que la calabaza se cocinaba en cazos o calderos de cobre, pero siempre caramelizada con piloncillo.
Prácticamente en todo el país se come la calabaza en tacha, en algunas regiones le agregan otras frutas como guayaba o caña de azúcar, relata el Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana de laroussecocina.mx
Agrega que este delicioso postre se le conoce en Oaxaca como “calabaza de Todos Santos”, en la Ciudad de México como “calabaza en tacha”, en Querétaro le dicen “conserva de calabaza” y en Colima le llaman “fruta para la leche”.
Se como le digan, desde ya los mercados ya ofrecen la calabaza de Castilla, variedad que se utiliza en la elaboración de este dulce.
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