Por César Montes / Desde la cárcel en Guatemala*
El país que espera a Bernardo Arévalo tiene el índice del 48% de niños con desnutrición crónica. El contexto nacional en el que me encuentro en este momento es demencial.
El país que espera a Bernardo Arévalo tiene el índice del 48% de niños con desnutrición crónica, esto es 1 de cada 2. Eso es el primer lugar en América Latina y el sexto en el mundo en cuanto a desnutrición infantil.
El año 2022 cerró con 61 niños menores de 5 años muertos por desnutrición y 22.416 casos confirmados. Durante el 2020 se reportaron 50 decesos de menores de 5 años y 27.913 de desnutrición aguda en infantes, contra 118 muertos y 15.395 del 2019. La pobreza en 2019 alcanzó el 52.4 por ciento.
En el índice de pobreza multidimensional Guatemala ocupa el penúltimo lugar, solo después de Haití. En el caso de desnutrición crónica, está peor que Haití pues el 46 % de los niños sufren desnutrición de este tipo mientras en Haití el 22 %.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma que hay 1.100 millones de personas en el mundo en pobreza y el índice de la extrema pobreza en la última década va en aumento.
Esto ha generado que grandes núcleos de población que emigran en busca de mejores salarios y expulsados por la pobreza extrema. Si se pregunta la razón de ese deterioro ascendente y alarmante, la respuesta es que la corrupción desmedida es lo que más ha dañado al país sobre todo en el anterior y actual gobierno dirigido por incapaces que sólo actúan para enriquecerse lo más rápidamente.
La corrupción gubernamental es insultante. El Estado se ha adelgazado, como exigen las doctrinas neoliberales, lo han debilitado conscientemente las clases dominantes. Es débil para promover el desarrollo, pero fuerte para defender el statu quo porque reprime a la población cuando esta pide cambios y mejoras.
Desde que el gobernante anterior, Jimmy Morales, afirmara burda y cínicamente, en una entrevista en la cadena de TV norteamericana CNN que la corrupción es natural en Guatemala. Se ha desatado la práctica estandarizada de cobrar coimas, mordidas, “mocos”, como se llama aquí. Es tan escandalosa esa práctica, que muchas personas son procesadas por lavado de dinero, peculado, malversación, evasión fiscal y aduanera, pero son más los que cometen esos delitos y están en puestos de gobierno sin ser molestados, ni siquiera investigados.
En Guatemala muchos entran a la política electoral para enriquecerse rápidamente, las candidaturas se compran, las campañas se hacen comprando voluntades o falsificando papeletas. Incluso la corrupción permite alterar los resultados para aumentarle votos a los candidatos oficiales y restarle a la oposición real, porque hay oposición concertada, de candidatos satélites.
Los países más pobres de Latinoamérica son Haití y Guatemala. En contraste, es ofensivo el sueldo del actual presidente de la República que exceptuando el de los Estados Unidos, es el que gana más de todos los presidentes del continente. Aparte de eso es el más corrupto de Centro América y uno de los más corruptos del mundo.En el índice de corrupción de todo el continente Guatemala solo es superada por Haití, Honduras y Nicaragua.
No hay libertad de expresión en Guatemala. En este momento está siendo procesado José Rubén Zamora, el director de El Periódico, uno de los principales diarios del país. Los abogados que lo defendían fueron criminalizados y acusados injustamente, para quitar la posibilidad de defensa del director. Renunciaron. Hay una orden de juez para investigar por supuestos delitos, a una decena de periodistas por haber criticado a funcionarios y su proceder.La discriminación a los indígenas es inaudita en un país con mayoría étnica de ellos.
El sector más discriminado es el de las mujeres indígenas, campesinas y pobres, que son la mayoría. Es tanto así que la única candidata indígena a la presidencia la han atacado con conceptos racistas y le prohíben participar en la futura elección a pesar de haber ocupado el cuarto lugar en cantidad de votos en la elección pasada. Se le buscan o inventan razones para impedirle participar. Es una lucha contra los pueblos indígenas. Los miles de campesinos indígenas organizados en la Fundación Turcios Lima que yo recluté es una de las razones para mi encarcelamiento.
Es para desmantelar las organizaciones indígenas combativas. Hay organizaciones indígenas cooptadas por medio de la corrupción de sus dirigentes. Ellos no son combatidos, ni criminalizados porque son comparsas, cómplices, reproductores del sistema de discriminación. El camino es aumentar las organizaciones combativas indígenas y unificar los diferentes esfuerzos organizativos existentes.
Combatir la división y fragmentación de todo el movimiento social y especialmente las instancias de pueblos originarios. Hay que seguir luchando y aumentando el caudal organizativo. Que se desarrollen las luchas políticas que dejen saldos organizativos favorables. Que la lucha social no se limite solamente a las luchas electoreras de cada 4 años. Ese es el camino.
Al momento de redactar esto se han levantado oleadas de campaña negra en contra del candidato Bernardo Arévalo, que sorprendentemente ganó el segundo lugar en la votación lo que le permite participar en la segunda vuelta (el balotaje).
Su contendiente es Sandra Torres que es ahora aliada del pacto de corruptos y es su tercera oportunidad que compite. Es previsible que pierda como siempre antes. De hecho, al escribir esta nota final puedo presagiar sin lugar a duda que Arévalo será el ganador. Con él es previsible que recobre mi libertad porque a toda la opinión pública nacional e internacional les consta que mi detención fue ilegal y las acusaciones totalmente falsas y el juicio fue solo para maquillar otra más de las grandes injusticias.
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