Al crecer la organización la participación se generaliza y la democracia se fortalece porque el pueblo toma el poder de manera irreversible
Al crecer la organización la participación se generaliza y la democracia se fortalece porque el pueblo toma el poder de manera irreversible
La participación de los mexicanos en la política ha crecido exponencialmente. La democracia se fortalece. Aquella indiferencia en la que sumió a la sociedad la televisión con sus vicios de infundir miedo y manipular la realidad, casi han terminado.
Todavía hay quienes se informan por los medios tradicionales con los lectores de noticias que se consideraron líderes de opinión. Y ahora sólo muestran un resentimiento que cubren de mentiras, como las rémoras a las ballenas.
Está fresca en la memoria de los habitantes de la Ciudad de México aquellas votaciones desairadas por la cancelación del aeropuerto de Texcoco. O en todo el país la votación para encarcelar a ex presidentes.
Una vez que se llega la alternativa de renovación de mandato, la gente sabe que hay posibilidad de ser escuchados, de participar del destino común.
La asamblea informativa del domingo 9 de marzo fue mostrar otro nivel de participación ciudadana. Con gente convencida sobre la necesidad de demostrar que la Presidenta tiene respaldo social. Y mostrar una necesidad de información real, más allá de las cotidianas manipulaciones de los medios convencionales.
Los mexicanos saben que son parte esencial de la fuerza de la Nación. Están consciente se la trascendencia de su participación, saben que emitir el voto no es suficiente para tener una acción política transformadora. Ni ejercer el derecho al sufragio limita la responsabilidad histórica de los ciudadanos.
La democracia es una forma de organización social. Mientras más esté compenetrada con la realidad y cohesionada entre sí para resolver los conflictos su influencia en la vida pública arroja beneficios comunes.
Al crecer la organización la participación se generaliza y la democracia se fortalece porque el pueblo toma el poder de manera irreversible. Cuando llega el momento de percibir que no se escuchan sus peticiones exige. Porque anteriormente formó parte de las decisiones y pide no sólo la palabra sino la facultad de dirigir.
La organización social debe informarse para crear equilibrios reales con los grupos fácticos a los cuales debe convocar. Aunque son ancestralmente enemigos de las sociedades conscientes de su papel en la historia, que es loable. Pero también punta de lanza y antídoto contra el conservadurismo que identifica a este tipo de poderes que prevalecen todavía en México.
La sociedad civil debe convocar a los poderes fácticos y no como ahora dice la oposición desde las tribunas de esos poderes, que hay millones detrás los representantes de esos grupos.
En la medida en que la sociedad dé cabida a los poderes fácticos, éstos harán más evidentes sus verdaderos objetivos solos se quitarán las máscaras, no como ahora que la derecha irrumpe en la sociedad con mil disfraces y trata de influir en las decisiones del gobierno, a pesar de que son una minoría.
La muestra de esta rebeldía, frágil pero real, en el discurso de la oposición que dice que el poder no la escucha ni la ve. Pero no desperdicia oportunidad para afirmar que detrás de ellos hay millones de mexicanos.
Los poderes fácticos deben ser parte del equilibrio de la sociedad, no un espacio privilegiado ni un constante interlocutor del poder, no un grupo cerrado y agresivo que actúa contra los ciudadanos, sus necesidades e inquietudes. Un ejemplo claro es el propietario de TV Azteca, quien no sólo manipula a la comunidad con noticiarios que carecen de veracidad sino que castiga a las mayoría al dejar de pagar impuestos y, mantienen un constante discurso de desgaste contra el gobierno y la sociedad mexicana, insultado a su integrantes, mostrado su racismo, misoginia, clasismo y discriminación.
La mayoría de los líderes de los poderes fácticos está a la vista, quienes están detrás de ellos son los que deben mostrarse con ayuda de la administración pública, es decir, debe compartirse con la población los nombres de quienes mueven los hilos de los contrincantes de los funcionarios públicos de un gobierno que goa del apoyo de las mayorías.
Durante muchos años, las caras de los enemigos del pueblo se expusieron, pero eran señalados casi como héroes, ahora tenemos a Eugenio Garza Sada, Fidel Velázquez, Norberto Rivera Carrera, entre otros.
Es hora de desenmascarar juntos esos rostros que forzaron a los mexicanos a incorporarlos a sus sentimientos a cambio de explotación y mentiras. En época de un paternalismo propio de hacendados y esclavistas.
Es compleja la adhesión de quienes se integran a la participación ciudadana a la sociedad, pero deben entender que son parte de la población y no los señores feudales de una civilización ancestral.
Esa es la participación a la que ahora debe abrirse una sociedad sin miedos, que participa cada día más en su historia, que sabe las razones y los objetivos de su participación.
Pero más allá de la participación es profundizar en la vida democrática de México, aunque todavía hay gente que la apapachan desde los medios con el sutil manto de los noticieros por televisión y las figuras de oropel que le dan respiración artificial al aspiracionismo.
La derecha sólo puede ver la realidad del país con un simplismo propio de niños de parvulitos, al participar no sólo se fortalece la figura de la Presidenta sino que se impulsa el vuelo hacia una democracia más sólida.