En estos días, muchos militantes se preguntan cómo sobrevivir a la campaña negra de la derecha, o al enojo legítimo ciudadano en la Ciudad de México.
Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, en condiciones absolutamente adversas, sin el apoyo presidencial, ni de las fuerzas públicas federales, no solo logró sobrevivir a una de las campañas negras más oscuras de la historia reciente, sino que además ganó la presidencia de 2006; que nos arrebataron con un fraude electoral.
Primero y, antes que nada, su campaña no estuvo marcada en afirmar que era el elegido del presidente Vicente Fox. Todos sabíamos que el presidente de la alternancia estaba en contra de nuestro jefe de gobierno; incluso todo el aparato del estado, la PGR y el poder judicial se movilizaron para desacreditar a nuestro líder moral y desaforarlo.
Su enorme liderazgo creció porque él decidió apoyarse en nosotros, en los ciudadanos; y en lugar de usar al presidente, o a la fuerza pública o a las fiscalías; confió en nosotros. Entonces, la primera lección es no usar el aparto del estado, ni a las fiscalías para un beneficio político; sino buscar el apoyo legítimo del ciudadano; confiar en el pueblo.
El segundo gran logro de Andrés fue una millonaria inversión en infraestructura para el transporte; que si bien algunos solo ven la gran inauguración del segundo piso; hay que recordar que creó el programa de mantenimiento, remodelación y rehabilitación de trenes, se construyeron más de 45 trenes para el Sistema de Transporte Colectivo Metro, y se abrieron talleres de mantenimiento. Segunda lección: a veces la inversión política en infraestructura más importante es la que no se ve -como la modernización del sistema de drenaje profundo que hizo años después el sucesor de Andrés Manuel-.
El tercer logro, fue que reguló el uso de suelo de la ciudad de México para dejar las áreas de conservación protegidas y repoblar otras zonas de la ciudad como el centro histórico y zonas industriales abandonadas. Tercera lección: ordenar el territorio de la ciudad y garantizar la vivienda social bajo normas de desarrollo territorial que se cumplen.
El cuarto logro de Andrés Manuel, que hasta hoy sigue siendo el más importante, es el programa de austeridad. Austeridad no significa cortarles presupuesto a otros programas prioritarios. Se trata de reorientar las finanzas públicas para incluir el gasto social: apoyos para la población vulnerable, creación de centros de salud y educativos universales, etc. Entonces la cuarta y última lección es que no hay que escatimar en los programas prioritarios, y la prioridad es el bienestar de la ciudadanía en todos los ámbitos de gobierno.
Desde luego, después de recorrer los pasos que llevaron al triunfo en 2006 a nuestro amado líder Andrés Manuel López Obrador; bajo una interpretación crítica, los logros de Andrés Manuel explican la inconformidad (informada y desinformada) de miles de ciudadanos de la Ciudad de México.
Resultan incomprensibles los gastos excesivos en propaganda; la carencia de un sistema integral de seguridad para evitar que gente extraña dañe la infraestructura pública o haga sabotajes; el uso de la fuerza pública contra manifestaciones ciudadanas; la reelección de alcaldes por falta de confianza en los cuadros nuevos; las facilidades en el plan de reconstrucción para los cárteles inmobiliarios, o el desplazamiento de la población a las zonas de conservación.
La realidad es que todos sabemos que, en el 2024, morena arrasará, esté quien esté.
Así que la definición de quién será la o él próximo presidente se llevará a cabo a través de la famosa encuesta.
En esas circunstancias la sucesión presidencial es aquí y ahora, y se perfilan cinco personas de nuestro movimiento: Marcelo Ebrard, Adán Augusto, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Claudia Sheinbaum.
Nuestro líder moral ya lo ha dicho “confiemos en la democracia”. Cualquiera de ellos sería un excelente presidente, algunos tienen más experiencia que otros, y además conocemos sus resultados como gobernadores, jefes de gobierno, secretarios de estado o legisladores.
Las cartas están sobre la mesa, y nuestra opinión informada definirá el futuro de México.
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