“Amor con amor se paga” no es una frase hecha, sobre todo cuando se demuestra con hechos de ida y vuelta. Es decir, cuando el amor es mutuo.
Y así lo demuestra el presidente López Obrador y la gente que lo quiere, lo hace patente y se desvive en atenciones.
Así quedó de manifiesto este fin de semana en su gira por La Montaña de Guerrero, una zona conformada por 19 municipios, cuya población en su mayoría es indígena.
Sin importar la pertinaz lluvia provocada por la presencia del huracán Rick, la gente salió a los caminos a esperar y atajar el paso del presidente López Obrador. Querían verlo, tocarlo, guardar el momento en una foto o un video en el celular, porque querían darle un presente.
Y 20 veces lo pararon, dijo el presidente del pueblo en un video que compartió en sus redes sociales. Decenas y decenas de personas, algunas con paraguas, otras bajo un plástico para protegerse de la lluvia, pero las más a cielo abierto.
Nada los detuvo y al presidente, menos. Ni siquiera la lesión en la pierna, provocada el jueves pasado en un juego de béisbol.
Nada los detuvo, porque cuando se quiere bien no hay barreras. Menos las habrá para un personaje como Andrés Manuel para quien La Montaña de Guerrero representa un alto compromiso de justicia social.
Porque un presidente como Andrés Manuel y el pueblo de La Montaña de Guerrero hablan el mismo idioma.
No como aquella incursión de Vicente Fox en 2005 cuando llegó en helicóptero y transitó con camionetas blindadas y guaruras y en sus arranques tan demagógicos como ajenos a la realidad, tuvo el detallazo de instruir que se mandaran pizarrones electrónicos a las escuelas donde no había luz y que se entregaran estufas de gas a las viviendas, donde tampoco había gas.
Las diferencias saltan a la vista. Andrés Manuel es el presidente del pueblo y el pueblo son todos los que antes el poder los miraba a través de los vidrios blindados, los funcionarios engominados que no se ensuciaban los zapatos y departían solo con sus iguales pero con dinero del pueblo.
Andrés Manuel, como gente del pueblo, se bañó bajo esa lluvia, se ensució los zapatos y con el corazón en la mano recibió los regalos que con tanto amor la gente le llevó: una bolsa de café, un frasco de miel, una canasta de dulces, un tamal, un taco, un gabán y el bastón de mando.
Porque así como en Guerrero, en cualquier camino del país el presidente Andrés Manuel puede detenerse, abrir los brazos y con la frente en alto decir: amor con amor se paga.
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M21
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