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diciembre 8, 2025El nuevo modelo laboral: salarios que suben, jornadas que bajan
Columna de opinión: Ingeniería Política
Por: Aldo San Pedro
Un país que reescribe su relación con el trabajo
Durante los últimos años, México ha demostrado que puede reformular su relación con el trabajo. Mientras se derrumban viejos mitos sobre los aumentos salariales, también se redefine el tiempo que mexicanas y mexicanos dedican a su empleo.
Este cambio no es accidental: responde a una coyuntura política que decidió corregir el rezago histórico del salario mínimo e impulsar una transición hacia jornadas más humanas.
Hoy, inercias que parecían inamovibles empiezan a desplazarse y se abre la posibilidad de diseñar un modelo laboral que priorice dignidad, bienestar y productividad. Este momento exige voluntad política, visión empresarial y una ciudadanía dispuesta a defender conquistas que transformarán la vida cotidiana.
El mito roto del aumento salarial que genera inflación
El viejo mantra “si sube el salario, sube la inflación” perdió vigencia. Los incrementos de doble dígito desde 2019 demostraron que no generan presiones inflacionarias ni afectan la estabilidad económica.
Esta evidencia desmontó el argumento que mantuvo deprimido el salario mínimo durante décadas y permite analizar, desde la ingeniería institucional, cómo una política pública bien ejecutada puede generar:
- redistribución del ingreso
- movilidad social
- reducciones medibles de pobreza
Si la inflación responde mayormente a factores externos —y no al costo laboral directo—, entonces es viable sostener una política salarial que eleve el ingreso sin efectos económicos indeseados. Esto debería modificar la narrativa empresarial y orientar decisiones futuras sobre remuneraciones dignas.
El nuevo reto: el estancamiento del salario medio
Aunque la recuperación del ingreso mínimo ha sido notable, el salario medio continúa rezagado. La compresión salarial muestra que la base avanza mientras los niveles intermedios permanecen estancados.
Un modelo laboral que eleva el piso pero no ajusta los escalones intermedios corre el riesgo de fracturarse. Se reduce la distancia entre responsabilidades distintas y se limita la movilidad interna.
Si México aspira a un mercado laboral equilibrado, deberá enfrentar este desafío con una actualización progresiva de toda la estructura salarial.
La jornada de 40 horas: más que una reforma, un rediseño
La reducción gradual de la jornada laboral hacia 40 horas semanales implica un cambio profundo. No es una simple modificación normativa: es una transformación en la forma de organizar el tiempo y distribuir turnos.
Este rediseño exige:
- repensar procesos
- ajustar cargas
- mejorar la planeación operativa
- construir nuevas dinámicas de corresponsabilidad entre trabajadores y empleadores
La evidencia internacional muestra que un modelo basado en eficiencia y no en sacrificios silenciosos puede sostener la productividad incluso con menos horas disponibles.
Registro electrónico de jornada: el tiempo deja de ser difuso
La obligación de registrar electrónicamente la jornada marca un antes y un después. El tiempo deja de ser una noción ambigua y se convierte en evidencia verificable.
Sistemas digitales permitirán auditar entradas, salidas y actividades —especialmente en esquemas híbridos o remotos— cerrando espacios donde durante años se ocultaron horas extra no reconocidas.
En términos de ingeniería administrativa, esto moderniza el control de procesos que siempre fueron invisibles.
El obstáculo cultural: la disponibilidad permanente
El factor más complejo no está en la ley, sino en la cultura organizacional. La disponibilidad permanente, normalizada en oficinas y plataformas digitales, se volvió un obstáculo silencioso.
Responder mensajes a cualquier hora, revisar pendientes de noche o extender la jornada según urgencias no previstas contradice el espíritu de la jornada reducida.
Sin una transformación real en la forma de dirigir equipos, asignar tareas y respetar límites, las 40 horas corren el riesgo de quedarse solo en el papel.
El desafío hacia 2030: reconstruir todo el modelo
Hacia 2030, el reto no es únicamente consolidar un piso laboral más robusto. Es reconfigurar toda la arquitectura del modelo laboral mexicano.
El país necesitará:
- mecanismos que acompañen el aumento del salario mínimo con mejoras en el salario medio
- prácticas cotidianas que vuelvan real la reducción de jornada
- inspecciones laborales fortalecidas con tecnología
- erradicar la disponibilidad permanente como requisito silencioso
Un modelo digno no se construye con reformas aisladas, sino con un diseño integral donde cada decisión sea coherente con el objetivo de trabajar menos y vivir mejor.
Conclusión: avances claros, tensiones profundas
México ya demostró que elevar el salario mínimo no genera inflación y que es posible avanzar hacia jornadas más cortas sin afectar la estabilidad económica.
Pero también quedaron al descubierto tensiones profundas:
- el salario medio sigue estancado
- la cultura de disponibilidad permanente contradice la reducción horaria
- muchas organizaciones aún dependen de prácticas que exceden el tiempo formal de trabajo
El país logró fortalecer el piso del modelo laboral, pero el desafío real hacia 2030 será reconstruir toda la estructura para que trabajar menos y vivir mejor deje de ser excepción y se convierta en norma.
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