Por Marco I. Dávila C. | Email: [email protected] | Facebook: Ixtli Amoxtli | Instagram: @xmiraza | X: @pormiraza1
Suele suceder que los conservadores, en vez de culpar al poderosamente injusto y desigual sistema donde habitan, optan por el camino fácil de echarle la culpa de las desigualdades al más vulnerable. Por ejemplo, para Donald J. Trump, actual puntero del partido republicano rumbo a las elecciones del 2024, la calumnia hacia los inmigrantes es un ejercicio de todos los días. El expresidente miente como respira, calumnia y lanza amenazas contra los inmigrantes un día sí y el otro también.
En vez de pensar en mejorar el sistema desde su raíz, los partidarios del trumpismo (desde políticos poderosos hasta gente común y corriente) se la viven quejándose de la inmigración y, al mismo tiempo, no proponen nada serio para arreglar el problema. Pareciera que todas las mañanas al despertar, los trumpitos se tallan sus ojitos y se preguntan a sí mismos: ¿cómo vamos a calumniar y amenazar a los inmigrantes hoy?
La hipocresía conservadora consiste en hablar de lo «maravilloso» y «acogedor» que es vivir en los Estados Unidos, y al mismo tiempo para todo poner «peros». La cosa va más o menos de la siguiente manera:
«Somos una nación que acoge con gusto a los más necesitados», «aquí somos amantes de la libertad», «aquí todo mundo es bienvenido», aquí «todos los hombres son creados iguales»…
Y enseguida vendrán las excusas. Pero, «hay formas», pero «así no», pero «vienen a cometer crímenes», pero «es una invasión», pero «son una carga para la economía», pero «el gobierno les da dinero gratis», pero «deberían de hacerlo de la manera correcta», pero «son criminales y violadores», pero «no pagan impuestos»…
Regularmente los conservadores se hacen los ofendidos cuando se les señala de ser antiinmigrantes. No les gusta que les digan «antiinmigrantes», es más, los conservadores suelen decir que «sí» apoyan la inmigración, siempre y cuando ésta sea «legal».
Bueno, veamos nomás lo que pasó muy recientemente cuando la administración de Biden facilitó las cosas para dar permisos a miles de venezolanos para trabajar «legalmente» dentro de los Estados Unidos. ¿Qué hicieron los conservadores? ¿Cómo reaccionaron ante esto? Pues, como era de esperarse, fueron los primeros en pegar de gritos y lanzar sus «peros».
Por eso es que yo les digo, simplemente, que son antiinmigrantes. No, los conservadores no son «anti inmigración ilegal» como falsamente suelen pintarse a sí mismos, los conservadores son simplemente «antiinmigrantes». No les gusta que se les recuerde esto, pero en sus adentros saben, y lo saben muy bien, sienten algo (o mucho) de simpatía con las teorías xenófobas y racistas que abundan en la sociedad estadounidense.
Dentro de la política bipartidista estadounidense parece que el ego de los políticos se sigue anteponiendo a la necesidad real de regenerar el sistema de la inmigración. En general todos, liberales y conservadores, dicen estar dispuestos a componer el sistema inmigratorio.
Según ellos están de acuerdo en algo que, incluso, se ha repetido por años en los grandes medios corporativos de comunicación, la frase aquella de que «el sistema migratorio está quebrantado».
Y, pues sí, esa es una verdad que todos sabemos, el sistema migratorio estadounidense está quebrantado. Y es justamente por eso que urge hacer un cambio de fondo.
¿Cuándo piensan los conservadores ponerse serios, dejar de lanzar amenazas ridículas y violentas contra los inmigrantes, y en lugar de ello plantear una propuesta para cambiar todo el sistema de la inmigración?