Por César Montes / Desde la cárcel en Guatemala*
En mi libro Más allá de las rejas (México: FCE, 2021) caracterizo el actual estado de cosas en el país (Guatemala) a la existencia de una cleptocracia. Entendiendo por ello el dominio de los ladrones, ya que del griego deriva clepto=robo. Es el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capitales, institucionalizando la corrupción, el nepotismo, el clientelismo político y el peculado.
De forma que estas acciones delictivas quedan santificadas por el gobierno de turno de Guatemala, dirigido por el presidente que será recordado como el más corrupto de la historia del país y de Centroamérica.
En ese mismo libro menciono bastante a Hugo Chávez, José Mujica y a Fidel Castro. No sólo por la forma como se comportaron al ser encarcelados injustamente durante más de un cuarto de siglo. Sino también porque han sido dirigentes consecuentes con sus ideales sean estos compartidos o no, sean estos justos o considerados erróneos por sus adversarios.
Los menciono como forma de demostrar que la satanización que han hecho de los comandantes Fidel Castro y Hugo Chávez me viene flojo. No soy cautivo de las campañas de odio que la derecha continental y sobre todo la del imperialismo norteamericano lleva años acumulando para los susceptibles de ser influidos por etiquetas y quienes, sin análisis, repiten como loros las campañas insidiosas en su contra.
No considero que la Democracia Occidental, deba se santifique por los sectores populares y como dirigente que mantiene sus ideales intactos a pesar de encarcelamientos afirmo que esa no es la democracia que debemos defender.
Ese concepto de Democracia occidental ha fracasado. No es el nuestro. Nuestro concepto es Demos: pueblo y Kratos poder. Por ende, se define como el poder del pueblo. No hay muchos países en Latinoamérica que puedan conceptuarse que gobiernan junto a sus pueblos. Por el contrario, gobiernan a espaldas o contra la voluntad de sus pueblos. No creo que existan modelos de gobiernos ideales.
En mi vida he escrito y publicado libros. Seguiré haciéndolo, porque soy testigo y aguijón de la lucha de los pueblos de Centroamérica. Como participante de ella -y no como testigo o analista-, me he visto obligado a escribir lo vivido. No escribo fábulas ni ficciones, ni cuentos, son relatos de lo vivido, de una vida que considero apasionante y azarosa, pero digna de relatarse por el heroísmo de mis compañeros de lucha.
Actualmente tengo el tiempo y las condiciones para escribir, cosa que he hecho a lo largo de mi vida. Es mi pasión, mi único vicio. Lo seguiré haciendo hasta el último aliento. Me sirve de terapia en las actuales circunstancias de ser un preso político.
Estoy preso pero mi pensamiento es libre. Quiero que sepan mis compañeros que mantengo mis ideales, que no me han vencido ni podrán hacerlo. Por ello es una necesidad de vida escribir.
Para poder escribir mejor hay que leer mucho y constantemente. Todos los días leo y escribo. Hago ejercicios de Thai Chi Chuan, me alimento sanamente, camino de 20 a 30 minutos diarios. Subo y bajo escaleras a los 82 años. Quiero ser ejemplo de mis compañeros de infortunio y de mis compañeros que permanecen en libertad.
Estoy en un centro de detención en Guatemala, que he catalogado como ejemplar porque no hay represión. Es decir, no se cobran extorsiones, se vive con algunas comodidades y se respeta la dignidad humana.
Tengo como compañeros de detención muchos ex militares que respeto y me respetan. Mis deseos y por lo que lucho es porque muchos de los detenidos injustamente salgan libres.
He apoyado a varios compañeros de infortunio para salir. Lo he logrado y me satisface. Quiero este año y los venideros ayudar a todo el que se pueda, a obtener su libertad y reinsertarlos en la vida en libertad.
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