Para un sector importante de la población el modelo neoliberal que se propuso para el mundo occidental desde los años setenta resultaba inaceptable.
En México, el agotamiento del sistema del partido único y su nacionalismo revolucionario se desgajó por la falta de democracia y por la pérdida del dinamismo económico, mientras tomaba vigor un sector tecnocrático vende patria.
La Corriente Democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas fue expulsada del partido, con lo que la tecnocracia se hizo de él.
Para las elecciones de 1988, Cárdenas fue postulado a la presidencia por el Frente Democrático, mientras que Salinas de Gortari lo fue por el remanente tecnocrático del PRI, habiendo ganado el primero pero despojado por la vía de un siniestro fraude electoral. Se impuso a Salinas.
A partir de lo anterior México sufrió un muy profundo cambio regresivo al Porfiriato y borrando su historia revolucionaria.
No fue pacífico, la protesta social fue reprimida con lujo de violencia, con 600 dirigentes progresistas asesinados.
El PAN, dejando en la estacada a su candidato Manuel Clouthier, convalidó el fraude y legitimó al usurpador Salinas cuyo proyecto de nación era el mismo del PAN: desmantelar el estado revolucionario de justicia social; privatizar las empresas paraestatales; congelar los salarios; abandonar al campo a su mala suerte y, en su conjunto, someter al país al dictado de los organismos financieros internacionales dominados por USA.
Cinco sexenios se mantuvo el neoliberalismo; con TLC; falsas alternancias; fraudes electorales en 2006 y 2012, pero con la mayor desigualdad de la historia.
El ejército en las calles, so pretexto de combate al crimen, pero con clara advertencia de represión a los adversarios al nefasto régimen impuesto.
Fue hasta 2018 que el pueblo se levantó en votos para parar la destrucción del país.
Votó de forma arrasadora por un proyecto alternativo de nación postulado por Andrés Manuel López Obrador en su tercer intento electoral, en forma tan pacífica que ni un vidrio de ventana se rompió.
El México profundo e histórico recuperó la iniciativa y se dispuso a la transformación de la ominosa realidad existente, siempre caracterizado por la paz.
Tengo muy presente el discurso de AMLO en el Tribunal Electoral al recibir la constancia de Presidente Electo:
“Hoy termina la presidencia imperial y el poder de los poderes. Hoy renace la democracia en el país”.
A casi cinco años de gobierno, el Presidente puede convalidar lo entonces dicho: la transformación, siendo radical, se ha venido dando en un clima de paz; con enorme confrontación y debate, pero en paz y con estricto respeto a los derechos humanos, no tan rápido como se deseara, pero con responsabilidad y paz social.
Permanecen en vigor leyes e instituciones del sistema neoliberal que sólo miran por sostenerlo en beneficio de los poderosos; es cierto. Pero están en vías de extinción, no por una imposición autoritaria y antidemocrática, sino por la acción de la política de justicia.
Nunca se ha invertido tanto esfuerzo y dinero para desbarrancar a un gobierno como ahora. Todos los capítulos y los incisos del vademécum del golpismo internacional se han puesto en práctica, pero el Presidente alcanza niveles de aceptación rayanos al 80%.
La continuidad está ampliamente garantizada sin necesidad de reelección. Impera la democracia.
La minoría en el Poder Legislativo impone una obcecada negación a los cambios constitucionales; lo pagarán en las urnas el Poder Judicial impone su mayoría para frenar al Presidente en sus afanes de cambio, es verdad, pero ya cambiarán.
Sin embargo, el proceso avanza con su único amo y principal aliado: el pueblo mexicano cada vez mejor informado y consciente.
¡Despacio, que llevo prisa!
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[…] Lo que hoy se vive en México es inédito e insólito. Ver la realidad actual con mentalidad antigua sólo deriva en confusión y error, más aún cuando durante demasiado tiempo el sistema político cimentaba una de sus patas en la no reelección y en la facultad meta constitucional del presidente de designar a su sucesor. […]