Por Norman F. Pearl
Antes de buscar, y encontrar culpables, a una accidentada circunstancia que vive el proceso electoral del estado norteño, me gustaría ratificar la importancia y prestigio que debe tener una casa encuestadora para que cualquier análisis nuestro, que derive de sus resultados, tenga un mínimo de aceptación y credibilidad irrebatible.
¿Cómo se puede calificar la eficiencia de una empresa dedicada a sondeos de opinión electoral?
Es muy simple, basta con revisar sus encuestas publicadas y contrastarlas con la realidad, concluyendo su cercanía con las verdades históricas comprobables.
En virtud de lo anterior, elegí, por sus conductas profesionales, a Enkoll, y su trabajo publicado el 10 de abril pasado. Esta encuesta permite llegar a deducciones razonables, más allá de nuestros propios rechazos o simpatías.
A pesar de la amplitud en la información extraigo lo que considero fundamental:
En comparación con otros sondeos de precampaña, podemos notar, el crecimiento en la intención de voto para el priista y la disminución en el apoyo para el representante de Morena.
También podemos ver, NO hay crecimiento sustancial para los candidatos emergentes del PT y el PVEM, lo que sugiere su participación es meramente testimonial pues carecen de posibilidad alguna para hacerse del triunfo.
Sin embargo, es aquí donde inicia la reflexión sobre el absurdo aparente:
A partir de 2018, encontramos un acuerdo legislativo entre los aliados naturales de Morena; Encuentro Social y del Trabajo, que habían conformado la exitosa alianza “Juntos Haremos Historia”, y un nuevo socio, que arrastraba una historia tan pragmática como indigna al haberse aliado siempre con el mejor postor.
Me refiero obviamente al Partido Verde Ecologista de México, que con esta acción “purificaba” parcialmente sus andares.
Posteriormente, éste último partido, ya estaría en diversas uniones electorales con la dupla Morena PT.
Pero, algo falló, la impericia o capricho de sus dirigentes impidió se ampliara en este 2023 la alianza electoral que ya había sido conformada para el estado de México, abandonando a Coahuila a su suerte.
Es aquí, en este desacuerdo, donde surgen los primeros culpables.
El senador por Morena Armando Guadiana, es para algunos coahuilenses, incluidos consejeros estatales de Morena, un indeseable por sus nexos históricos con el PRI estatal, con el senador Monreal y con su propio pasado empresarial.
A pesar de ello, estos dichos fueron insuficientes para la Comisión Nacional de Elecciones, quienes después de analizar la solicitud que presentara, como lo marca el estatuto, no encontró motivos para rechazarla pues cumplía a cabalidad con los requisitos internos y los que la ley establece, instruyendo fuera incluido en las encuestas como un aspirante legítimo. Es del dominio público, Guadiana se impondría con facilidad en el proceso.
En ese procedimiento obligatorio al interior del partido, participaría también Ricardo Mejía, que habría aceptado las condiciones de las encuestas y el reconocimiento a quien las ganara, pero, al final recularía rompiendo con su palabra y obligaciones partidarias.
Como parte del trabajo realizado por Enkoll (la casa encuestadora) se determinó que tanto Lenin Pérez (del PVEM) como Ricardo Mejía (PT) son unos desconocidos para la mayoría de los encuestados en Coahuila, quienes afirmaron no ubicarlos, a diferencia del priista Jiménez ,y Guadiana, de Morena que son identificados ampliamente por la ciudadanía y cuentan, también, con las mejores opiniones.
Lo anterior, contradice el falaz argumento de Ricardo Sostenes Mejía Berdeja, quien temerariamente aseguraba haber ganado las encuestas internas a pesar de que ocupara un lejano tercer lugar.
Su audacia y autoengaño han sido desnudados por la realidad que ratifica en ese 11 % de intención de voto su desprecio por el esquirolaje y la mentira.
Por lo anterior, encontramos, a unos cuantos días de la elección por la gubernatura en Coahuila, si no se da un “golpe de timón” por parte de los partidos opositores en ese estado (Morena-PVEM-PT) seguirá el priismo gobernando con la impunidad “ancestral” que lo caracteriza.
En 2017, en la última fase del proceso electoral por el Estado de México, el Partido del Trabajo bajaría a su candidato para apoyar a la maestra Delfina Gómez, era demasiado tarde. El daño estaba hecho.
“Hay que poner límites a la mentira política. Una forma es contrastarla con la realidad” (Abraham Lincoln)
M21