Ucrania es sólo el punto álgido de una crisis mundial. Todo lo realmente existente se resquebraja sin que sea producto de un choque ante algo alternativo.
Se trata de un hoy insatisfactorio arrasado por un mañana incierto. No es el capitalismo contra el comunismo del pasado, sino el capitalismo contra sí mismo que se derrumba.
En la política de las alturas es la lucha por la hegemonía o por la búsqueda de nuevos equilibrios, causando muy altos riesgos para la humanidad entera; la sabiduría vernácula me tranquiliza: “perro no come perro”.
Los verdaderos riesgos están abajo y en el fondo y eso es lo peligroso, no por sí mismo, sino por lo caótico de su movimiento y la carencia de luces que lo conduzcan hacia algo mejor.
El caos es el caldo de cultivo del fascismo cuyo fantasma merodea como la hiena a la carroña. En contrapartida, la libertad, la justicia y el bienestar, tan por todos anhelados, son figuras que no acaban de dibujarse.
En el juego de los titanes Rusia ocupa a Ucrania so capa de proteger a la población rusófila de ese país, atacada por el régimen surgido de un golpe de estado avalado por USA (as usual) muy infiltrado por fuerzas de ultraderecha.
La OTAN bajo el dominio gringo responde en apoyo al régimen ucranio, con dinero y armas, pero sin comprometer tropas, y aplicando severas sanciones a Rusia con vistas a quebrarla, las que registran un efecto bumerang contra la Unión Europea y sus principales economías (incluso mediante la destrucción del gasoducto que conduciría gas ruso a Alemania y atribuido como acción clandestina de USA) provocando una funesta recesión con inflación
La ola de protestas populares no vistas en varias décadas cobra visos de normalidad; la inestabilidad de los principales gobiernos ha provocado ya varias caídas y contando.
Lo anterior en coincidencia con la política de relocalización cercana impulsada por la Casa Blanca. Europa está cargando con la peor parte de los platos rotos, incluido el drenaje financiero en apoyo de la devastada Ucrania. A lo anterior habrá que agregar la ola de quiebras de bancos por las altas tasas de interés en USA que ya infectó a la banca europea.
El pronóstico es desastroso para la economía capitalista occidental, mientras que Rusia y China consolidan una alianza que, además de oxigenar a la primera, cimenta un liderazgo económico de China a costa de la hegemonía gringa.
A ras de tierra, los trabajadores franceses, alemanes y británicos realizan paros multitudinarios y complican en alto grado la de por sí difícil situación europea, tanto económica como política.
Súmele usted los movimientos feministas y ambientalistas, ambos derivados del modelo capitalista occidental y su cultura consumista, los de las migraciones incontenibles y de los derechos de los pueblos originarios, y resulta un mundo convulso.
En este marco México enfrenta el delicado tema de la sucesión presidencial y la continuidad del movimiento transformador encabezado por López Obrador, el cual dispone de un amplio apoyo social, lo que garantiza el triunfo en las elecciones de 2024 con cualquiera de los cinco aspirantes apuntados.
Pero quien sea Presidente (el o la) no tendrá fácil su desempeño en el mundo convulso descrito y con las fuerzas de la reacción internacionalmente activas y fortalecidas. Se requerirá de un gran respaldo popular y el correspondiente liderazgo.
Por lo anterior es que he manifestado mi opinión en respaldo a la candidatura de Noroña, sin demérito a la calidad y capacidad de los otros aspirantes.
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