Por Gerardo Fernández Casanova
En la democracia real, en la que es el pueblo el soberano, el objetivo de la política virtuosa es conseguir el respaldo popular a una propuesta de proyecto de nación pero, además, mantenerlo de manera permanente. Esto significa que las elecciones se ganan o se pierden todos los días, no sólo en los tiempos electorales. La lucha política no descansa nunca, como tampoco la acción de gobernar. Discrepo de Winston Churchill que acuñó la frase: “El estadista no trabaja para las próximas elecciones sino para las próximas generaciones”, incluso del Presidente López Obrador que citó su frase para justificar el Plan Sonora como un proyecto de largo plazo. Estoy cierto de que las futuras generaciones requieren del triunfo en las próximas elecciones.
Lo anterior es particularmente importante cuando se vive una batalla permanente por el poder, un gobierno asediado por los afanes golpistas de la oposición fincados en los intentos de manipulación de la información, que se defiende a la ofensiva mediante la información veraz y, en alto grado, la politización.
Sirva lo anterior de contexto para analizar el muy deplorable atentado sufrido por el comunicador Ciro Gómez Leyva, afortunadamente ileso. Sea por oportunidad o por diseño el hecho se inserta en el Manual Internacional del Golpismo (trade mark made in USA:) en el intento de enfilar las baterías al desprestigio presidencial y su debilitamiento. Más tardó calmar el obvio nerviosismo del afectado, que la inmediata respuesta opositora insinuando la responsabilidad del mandatario; insinuación, por cierto, rayana en la acusación.
El día de ayer se difundió un manifiesto con una larga lista de “abajo firmantes” en que se hace responsable al Presidente de desatar una ola de violencia contra la libertadde expresión y contra la integridad física de los periodistas,exigiendo acabar con sus ataques a la prensa. Incluso eliminar el ejercicio cotidiano de la Rueda de Prensa Matutina, mejor conocido como “las mañaneras”.
En palabras simples se trata de pedirle al Presidente que se mantenga quieto y que se abstenga de esquivar los dardos que se le lanzan. Sí, cómo no.
La historia, maestra de la vida, ha consignado cómo se fraguan los golpes de estado, principalmente en Nuestra América, mediante el control oligárquico de los medios de comunicación, como el que hoy se registra en México, que mienten y engañan a sus lectores (afortunadamente cada vez menos) para demeritar al régimen que representa los intereses del pueblo y desenmascara los contubernios de los poderes político y económico del régimen neoliberal, antes cubiertos por el amplio paraguas de la impunidad y el silencio editorial.
En la mañanera, el Presidente se defiende con gran eficacia. Casi toda la prensa denostándolo pero sus índices de popularidad creciendo.
Qué gran ineficacia y cuánto dinero derrochado ¿Será que su objetivo sea aportar a la inflación?
La información debidamente contextualizada es didáctica y politizadora. La conciencia política popular ha observado un crecimiento nunca antes visto, de ahí las muestras objetivas del amor y el aliento al Presidente.
De ahí el fracaso rotundo de los embates desestabilizadores; ni siquiera en su especialidad, la economía, han podido ver logrados sus intentos; mucho menos será en la obra social y en la de infraestructura; tampoco en la relación con los Estados Unidos ha habido menoscabo, a despecho de sus peregrinaciones a Washington o a la OEA, menos al corrupto Parlamento Europeo.
Vamos bien y de buenas. Mi mejor deseo de felicidad y salud para todos en el Año Nuevo.
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