Desde el más allá se escuchó ya cansada a la flaca recitar: “Estos conservadores, hasta aquí llegaron”.
A lo que los conservadores al escuchar se quejaron, gritaron y patalearon.
Pero la calaca les aseguró: “griten y pataleen, al cabo que con AMLO, ya se la pellizcaron”.
La alianza bien choteada, mejor conocida como la oposición moralmente derrotada, friegue y friegue hasta que el pueblo se hartó y les dio una buena bofetada.
Ese enjambre conservador, demacrado y desbaratado, empezó a retorcerse del dolor. Lloriqueando, desde sus mansiones y sus Lamborghinis exclamaron:
¡ANLO, nos estás matando de hambre!
En eso volvió a hablar la calaca, que también es pueblo: “nombre’, hambre es la que ustedes crearon; hambre es la que ha tenido el pueblo por decenas de años, para hambre la que ocasionó el PRIAN”.
Y luego se escucharon más lloriqueos: “ANLO, ya párale con las mañaneras, nos estás dando en la madre, no nos estás dejando ni pa’l pan”.
A lo que la calaca, ya cansada, les dijo: Bueno, ya perdí la paciencia con ustedes, paniaguados sinvergüenzas. De una buena vez me los cargaré. Y para darle al pueblo de México un poquito de justicia, a ustedes los fifís nomás dos opciones dejaré: ¿O a mi rancho o al de ya saben quién?
Y desde ahí el bloque conservador quedó más fragmentado de lo que ya estaba. Unos jalaron pa’l rancho de la calaca y otros jalaron pa’l rancho de ya saben quién. Y de los poquitos que se quedaron nomás se les alcanzó a escuchar un:
¡Azi no, ANLO!
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