Por Gerardo Fernández Casanova / [email protected]
En varios países del mundo “occidental” se registran movilizaciones de protesta, rayanas en la franca rebelión, contra gobiernos que aún mantienen el ominoso régimen neoliberal de explotación y saqueo.
En nuestra América pareciera ser una segunda ola después de que el siglo XXI se inauguró con la paulatina emergencia de gobiernos progresistas en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Honduras y Nicaragua.
Para la segunda década se registró el retroceso criminal, por vías anti populares, en Brasil, Argentina, Paraguay, Honduras, Bolivia y Ecuador. Durante el lapso se mantuvieron inamovibles los gobiernos de Chile, Colombia y Perú.
México, que mantuvo el régimen neoliberal a base de fraudes y represión, inauguró la segunda ola con el estallido popular que en 2018 derrocó al neoliberalismo con el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y de su partido Morena, con lo que inició un proceso de corte progresista que privilegia el bienestar social como signo determinante del desarrollo.
Sucedieron triunfos electorales de igual símbolo en Argentina y Bolivia, esta última derrocando al golpe militar que un año antes había depuesto al Presidente Evo Morales.
Chile registró una vigorosa movilización popular de protesta que, rebasando la criminal represión del gobierno de Piñera, logró la convocatoria a un congreso para redactar una nueva constitución.
Este domingo se realizaron las elecciones para diputados constituyentes en las que los candidatos independientes lograron la mayoría de los espacios, dando un severo golpe al sistema de los partidos tradicionales.
Simultáneamente se registró el triunfo en la alcaldía de la capital, Santiago, de una mujer que además es de izquierda.
Es previsible que la civilidad del pueblo chileno derive en una constitución idónea con la realidad y se logre un gobierno progresista.
En Colombia se vive el drama de una movilización popular sin precedente acompañada de una brutal e ignominiosa represión gubernamental.
Aferrado Iván Duque al poder de Álvaro Uribe, en contubernio con el crimen organizado y las siete bases del Comando Sur del ejército de USA.
Está sucediendo una aberrante masacre que ha redoblado la indignación popular y la decisión de resistir hasta derribar a la élite enquistada en el poder.
Nadie que guarde aunque sea un mínimo de vergüenza y honestidad puede quedarse callado ante el genocidio colombiano. ¡Ya basta!
Cuba y Venezuela muestran la otra cara de la moneda. Ahí son los pueblos los que mantienen vigentes los regímenes de gobierno, resistiendo los embates del exterior que exacerban las medidas de bloqueo económico y los daños a la población, con la idea de que ésta se rebele en contra de sus propios gobiernos.
Los cubanos llevan 60 años de bloqueo y los venezolanos ya suman cinco: la resistencia sigue y el patriotismo los honra como baluartes de la dignidad.
En todo este desbarajuste hay un factor común determinante: los gobiernos de USA, sin diferencia de partidos, imponiendo y apuntalando regímenes antipopulares aliados con las oligarquías locales; ejerciendo el autoasignado derecho de dictar el destino de las naciones, no sólo de nuestra América, en beneficio exclusivo de sus intereses económicos y de seguridad nacional.
El otro factor común son los pueblos que ya no caen en el engaño de su propaganda ni en sus amenazas militares.
El riesgo de escalada de los conflictos es mayúsculo. Sólo la solidaridad internacional puede ayudar a que la verdadera democracia se instaure en el mundo y, particularmente en la América nuestra.
La circunstancia mexicana es en extremo peculiar. El pueblo está en el gobierno pero el poder lo disputan los oligarcas de siempre, con el inocultable respaldo del poderoso gobierno del país vecino.
El gobierno popular –cada vez más popular- es objeto de la más virulenta campaña de desprestigio iniciada desde mucho antes de asumir la Presidencia de la República, anunciada como el “peligro para México” encarnado en el liderazgo de AMLO.
La derecha reaccionaria pretende atarlo de manos en el proceso de elección legislativa del próximo 6 de junio, incluso aspiran a revocarle el mandato.
Para infortunio de tales conspiradores, el gobierno de AMLO ha sido exitoso, aún con el grave daño de la pandemia del coronavirus que ya va de salida, incluso en una relación inteligente con USA con quien se registra una enorme relación de dependencia económica.
Existe el riesgo de que la irresponsabilidad y falta de patriotismo de la oposición conservadora provoque una crisis electoral el mes próximo, pero el pueblo ya comprobó su capacidad de ser soberano y está listo a defender sus derechos a como dé lugar.
Ojalá que no quieran llevarnos a una circunstancia que rompa la paz con que el proceso de cambio ha transitado.
Por esto es que el 6 de junio el pueblo debe volver a salir a votar y refrendar la voluntad de ser libres para decidir nuestro rumbo al bienestar. ¡Que nadie se confunda!
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M21