Por Norman F. Pearl @NormanFPearl
Hace algunos años escuché por primera vez el nombre de Celia, era una conocida magistrada que debía sus luces, más que al ámbito judicial, a la circunstancia de haber sido una candidata recurrente de la izquierda mexicana.
Es curioso, Celia no es política, vamos ni siquiera muestra, entre campañas, el menor interés por los partidos en los cuales haya estado registrada.
Tampoco es una connotada ideóloga de la Cuarta Transformación que algunos pensamos desconoce. Nunca ha sido asociada a lucha social alguna que trascienda sus propios intereses personales.
Sin embargo, debemos reconocer como “mérito” indiscutible, el alineamiento, casi incondicional, para aceptar candidaturas perdidas.
Hace un par de años, quise saciar mi curiosidad de periodista, conocer un poco más a ese personaje de personalidad austera que estaba siempre en el ánimo y preferencia de los liderazgos partidarios.
La visité en una pequeña oficina que ocupaba en la “Casa de la Corregidora”, sede del gobierno estatal queretano, donde vivía sus últimos tiempos como miembro del poder judicial.
Encontré en Celia a una persona de gesto serio, adusto, inconmovible. No era para menos, yo era el candidato para dirigir el CEE de Morena en Querétaro, ella lo sabía, y esperaba que no fuera concretado.
Doña Celia entendía que el Secretario General del CEE era quien debería asumir aquella posición, evento que no ocurrió, pues jamás fue nombrado por el Comité Ejecutivo Nacional.
Don Jesús Méndez siguió siendo el secretario, sin mayores atribuciones ni poderes, eso sí manteniendo aquella añeja actitud de sumisión ante su eterna tutora, quien sería más tarde elegida como candidata al gobierno del estado y tomaría de facto el poder como presidenta ilegítima del partido en Querétaro.
Ante la incredulidad y sorpresa de muchos, Celia, atropellaba la dimensión de su designación, era sólo la candidata no la gran electora en que se erigiría más tarde.
De la misma forma, estaba claro, tendría que asumir junto con sus “asesores”, el destino y consecuencias de sus desafortunadas acciones que podrían significar un retroceso del partido en la entidad.
La imposición en la mayoría de los candidatos, con la permisividad e indolencia del CEN, pasó por alto la necesidad de ganar elecciones, requisito insalvable que incumple la mayoría.
En un perverso afán por impedir se fueran a otros partidos los mejores perfiles, los operadores de Celia, alargaron la “liga” hasta que se rompió.
Los elegidos fueron comunicados unas horas antes del cierre de registros, afectando en algunos casos, la posibilidad de satisfacer los requisitos mínimos establecidos en la legislación electoral.
El desastre no se hizo esperar. Morena no tendrá candidatos a presidentes municipales en: Corregidora, Ezequiel Montes (único municipio gobernado por Morena) Pinal de Amoles y Jalpan de Serra.
Este terrible desaguisado obligó a modificar el género en otras importantes ciudades como San Juan del Río (segunda en importancia) y Cadereyta de Montes, echando mano de “candidatas” sin base electoral.
Si en algún momento el partido soñó con ofrecer alguna competencia por la gubernatura aquí se terminó.
Con respecto a la designación de candidatos a diputados plurinominales, también se les hizo “bolas el engrudo”, pues queriendo satisfacer compromisos personales pretendieron su imposición ignorando resultados de la insaculación estatutaria.
Los tribunales electorales han emitido resoluciones que en todos los casos han protegido los intereses de la militancia.
El 22 de diciembre de 2020, en una sesión del Consejo General del IEEQ, ante el asombro de todos, renuncié a mi posición como Representante Propietario de Morena ante el propio Instituto Electoral del Estado de Querétaro, después de tres años de labor intensa y decidida en favor del partido y sus postulados.
La razón era muy simple, no quería asociación ni complicidad alguna con la impericia, el desconocimiento y la perversión de quienes secuestraban al partido.
“Cada noche puedo dormir con el corazón en paz”.
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