¿Será regular las redes? ¿será operar la libertad de expresión o administrar la censura?. Serán peras o manzanas, pero la opinocracia se ha desatado. Otra vez.
Y es que a partir de la propuesta del coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, de establecer “reglas claras para evitar la desinformación” y “proteger la libertad de expresión”, la opinancia se hace presente.
Va derecha la flecha, obvio a través de las benditas redes, que más bien parecen un tsunami de odio, cuando de atacar se trata. Y eso, dice Monreal, es lo que se pretende evitar.
En el documento Regular el caos, el legislador señala que la regulación contempla nuevas obligaciones para las empresas como informes de transparencia y cooperación con las administraciones nacionales.
Además de auditorías externas, códigos de conductas y contar tanto con representantes legales como con mecanismos de reclamación.
Monreal expone que el argumento en contra de regular públicamente las redes sociales como Facebook y Twitter es que se trata de empresas privadas cuyas personas usuarias aceptan los términos y condiciones.
Sin embargo, el servicio que brindan no solamente se otorga a través de infraestructura pública, sino que está comprobado que la falta de una regulación efectiva tiene consecuencias en el orden público, lo cual es enteramente competencia de los gobiernos.
Ante la propuesta del legislador, Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación, planteó la posibilidad de regular las benditas redes sociales.
Para ello, solicitó a la Unidad de Normatividad de Medios un estudio comparativo con otros países para saber exactamente cómo se está regulando en otros países y si no se afecta la libertad de expresión.
A decir del presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Senadores, la regulación es impostergable, porque ahora lo que se vive es un caos que convendría a los empresarios de las redes y a los usuarios.
Mientras son peras o manzanas, el uso de las redes sociales va en aumento, sobre todo en este periodo excepcional de pandemia, donde el medio de contacto es a través de las conocidas empresas.
Para algunos la regulación apunta hacia la censura y es muestra del absolutismo del partido en el poder.
Para otros representa la oportunidad de meter en cintura a los que confunden la libertad de expresión con el derecho a despotricar y destilar su odios más profundos.
Lo cierto es que buena parte recae en la responsabilidad individual sobre el uso de las redes. Aunque tal vez, algunos solo entiendan con el látigo.
¿Regular o no? ¿Proteger la libertad de expresión o administrar la censura? En una de esas, los usuarios podrían hacer valer su voz y voto.
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M21